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PREDICCIONES AERODINÁMICAS, UN RETO GLOBAL PARA LA CADENA AEROESPACIAL

Omar Darío López Mejía | Profesor Asociado del Departamento de Ingeniería Mecánica, Universidad de Los Andes. | Ph.D. de la University Of Texas At Austin | Magíster en Ingeniería Mecánica, Universidad de los Andes | [email protected]

Noviembre de 2022
Si se consiguen herramientas de predicción más confiables, la siguiente generación de aviones será diseñada, en su mayoría, en un computador, reduciendo los experimentos físicos en el túnel de viento y alcanzando procesos de producción más rápidos y eficientes.
 

La industria aeronáutica depende altamente de los modelos realistas, construidos y ensayados en los laboratorios. La proyección para dar un salto y confiar cien por ciento en los modelos computacionales, implica demostrar que este tipo de herramienta de predicción es de alto rendimiento. La NASA y el Instituto Americano de Astronáutica y Aeronáutica (AIAA), vienen abordando el problema desde diferentes perspectivas, construyendo conocimiento de manera colaborativa y, promoviendo la comprensión compartida de la comunidad interesada.  

Un dilema que gira en torno a mejorar las herramientas de predicción desde cálculos numéricos y que, en lo físico, de acuerdo con los expertos, se puede entender mejor cuando se piensa en la aerodinámica del ala de un avión. 

En configuración normal, cuando el avión está volando, el ala es una pieza completa, un cuerpo sólido, pero cuando el avión despega o aterriza, se observa como si estuviera divida en varios elementos, es entonces cuando se despliegan unos elementos a los que se les llama, de alta sustentación. Estos elementos son claves para lograr un despegue y aterrizaje exitoso.  

La forma clásica de estudiar los elementos de alta sustentación es a partir de la experimentación, construyendo un modelo a escala y llevándolo al túnel de viento, una estructura tubular con aire que fluye a través de ella y que permite simular la interacción entre el aire y el objeto, es decir, lo que se espera que ocurra cuando el avión está volando. 

Incluso con las herramientas experimentales actuales, existe la necesidad de entender mejor los detalles de cómo el aire se mueve a través de esos elementos y, cómo es que esa interacción hace que esa fuerza sea la que se requiere para el despegue o el aterrizaje. Especificaciones que se requieren a la hora de pensar en aeronaves más confiables que dependan menos del túnel de viento, lo que reduciría los elevados costos que asume la industria para hacer este tipo de experimentaciones.  

Simular el fenómeno en un computador y que esa herramienta numérica posibilite cuantificar, no únicamente la fuerza sino todos los fenómenos físicos de interacción entre el aire y el ala para generar esa fuerza llamada sustentación y que el avión vuele, sin la necesidad de construir un prototipo físico, a escala, es la base sobre la cual se sustenta el problema y para el cual se buscan soluciones.  

Omar López, profesor asociado de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Los Andes, lleva varios años participando en los workshops anuales que se realizan en Estados Unidos, en donde las propuestas alrededor del problema son discutidas.  

“Uno pensaría que es un problema exclusivo de la industria aeronáutica, pero va más allá y requiere una colaboración global entre industria, instituciones de investigación y académicas para poder solucionarlo”, comentó el profesor. 

Colaboración académica 

En el workshop del año 2010, el profesor Omar conoció al profesor Jaime Escobar, de la Universidad de San Buenaventura de Bogotá, quien también se interesaba en este tema desde hace varios años. Fue esa coincidencia la que abrió la posibilidad de pensar en un grupo de trabajo que pudiera asumir el reto de participar desde la investigación académica para dar respuesta a esta problemática.  

En el 2011, se conformó un grupo de estudiantes tanto de pregrado como de maestría de ambas universidades. Con mucho trabajo y tiempo, el proyecto de investigación consiguió aparecer en el escenario de la discusión, es decir, entraron en la lista de propuestas recibidas por parte de la NASA y AIAA con un aporte que en su momento respondió al interrogante.  

El desarrollo de simulaciones y la generación de datos, que se entienden como soluciones útiles en la base de información para la finalidad del workshop, la propuesta de buenas prácticas de uso de dinámicas de fluidos computacional, que es la herramienta usada para la simulación, en lo relacionado con modelos de turbulencia híbridos en sistemas de alta sustentación y, compilar la información que pudiera ser publicable, fueron los tres elementos que hicieron que el aporte del grupo fuese considerado por la NASA y AIAA para calificar y resaltar el trabajo de los profesores y estudiantes.  

“Yo siempre muestro esta idea en cada espacio que puedo, lo que los mismos estudiantes han hecho, los resultados que ellos han conseguido, al ser un problema complejo, pero no imposible de resolver, genera interés; además, usar una herramienta computacional compleja de alto nivel también les da  experticia en algo muy específico que les ofrece cierto reconocimiento”, explicó López.  Han sido los mismos estudiantes, incluso cuando algunos se van y otros llegan, los que hacen posible que la investigación continúe. 

Para el profesor López, año tras año las predicciones se acercan más a modelos realistas y en la medida en que esto sucede, el modelo se parece más a un avión auténtico. “Una forma de traer la industria aeroespacial a Colombia sería a través de los modelos computacionales, del diseño de piezas, y eso es algo que hacemos a punta de computadores, no se trata de construir el avión. Pero para esto se necesita el impulso del Estado y de la empresa privada para que apalanque la producción intelectual y, de esta manera, poder vender las capacidades de talento”, señaló. 

Ahora mismo, y aunque se han hecho grandes esfuerzos, López señala que es posible, de cara al futuro, que sea difícil volver a ingresar en las listas de propuestas, en parte, debido a la limitación de recursos, pero también al gran esfuerzo que significa investigar, proponer y participar en una conversación que se tiene en un país del primer mundo, desde uno de tercer mundo.

Sin embargo, el entusiasmo por la investigación es mayor por lo que la idea es participar en el próximo workshop en el 2023.  

  

 

DRONES, ALIADOS DE LA AGRICULTURA DE PRECISIÓN

DRONES, ALIADOS DE LA AGRICULTURA DE PRECISIÓN

Jorge Alfredo López| asistente posdoctoral del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, Universidad de los Andes| Máster en Ingeniería Eléctrica y Electrónica , Universidad de los Andes| candidato a Doctor en Ingeniería en la Universidad de los Andes| [email protected]|

 

Noviembre de 2022
Un sistema de control para terrenos con potencial agrícola en Colombia, la posibilidad de observar y analizar, a partir de información que entregan instrumentos como drones y sensores, que permitan transmitir un concepto al agricultor o productor, para que éste a su vez pueda adaptar las mejores técnicas en la tierra, podría verse como una solución para aprovechar los campos que todavía se pueden cultivar en el país.
 

La frontera agrícola de Colombia, es decir, todo el terreno que está habilitado para desarrollar actividades del sector suma aproximadamente 40 millones de hectáreas. Sin embargo, actualmente, solo tiene siete millones sembradas. Esto quiere decir que el país es una potencia para la producción de alimentos, pero no es un país productor.  

Una paradoja teniendo en cuenta que, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura, este es un territorio con una excelente ubicación geoespacial, en la zona intertropical, que tiene, además, una gran disponibilidad de agua por la existencia de ríos y mares que lo atraviesan, con más de 18 millones de hectáreas para riego, y que pese a no contar con una suficiente estructura vial permite sacar productos e introducir insumos. 

Frente a otros países, por lo menos de la región, el potencial de desarrollo de actividades agrícolas de Colombia es más alto porque puede afrontar el cambio climático con menos impacto en el largo plazo y porque todavía hay tierra para cultivar. 

Encontrar soluciones para aprovechar ese potencial agrícola del país es, precisamente, la línea de investigación de Jorge Alfredo López, asistente posdoctoral del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de los Andes. El investigador dedica su experticia a buscar herramientas que permitan mejorar las estrategias de riego y que contribuyan a la modernización de los sistemas agrícolas.  

Un proceso de documentación como punto de partida para conocer cómo funciona el campo colombiano, la historia que lo precede, sus fortalezas y debilidades, le permitió a López concluir algunas de las principales problemáticas del sector que no han permitido que este sea país productor.  

“Desafortunadamente muchos productos son importados y al hacer un cálculo rápido, es fácil deducir que es mucho más lo que se importa, que lo que se exporta”, señaló López.  

En este sentido, su proyecto de tesis doctoral se centra en el modelamiento de terrenos para aplicaciones de agricultura en el contexto colombiano. Es decir, en la construcción de un esquema que pueda interpretar la heterogeneidad del territorio, que es mucha, teniendo en cuenta la topografía y las características del suelo para poder entender cómo se mueve el agua en los diferentes escenarios del país, generalmente en áreas montañosas en donde se desarrollan las actividades agrícolas. Por esta razón, López se concentró en el terreno de ladera de montaña y el terreno quebrado. 

La primera parte de su trabajo consistió en la recopilación de información para obtener un estado actual del desarrollo agrícola nacional. Combinando diferentes fuentes armó un panorama que permite diferenciar lo que se siembra sobre el terreno, es decir las plantas o el tipo de cultivo y de suelos que hay de la superficie hacia abajo. “En Colombia, en términos generales, se da casi todo, pero depende mucho de la altitud y de la cantidad de agua disponible que se tenga para el cultivo”, añadió.  

Con la revisión del mapa del territorio nacional “pensé que era importante darle una interpretación a eso, ver qué tanta agua se necesita. Al final de todo este proceso, la idea es poder emitir un concepto sobre qué zonas sí son viables y tienen el potencial de ser sostenibles en el tiempo, para desarrollar actividades agrícolas de producción de alimentos”, comentó el investigador.  

Luego de la documentación, empezó a plantear un modelo del suelo teniendo en cuenta las dinámicas de las plantas. Utilizando modelos fundamentados en técnicas clásicas, llegó a uno basado en agentes. Segmentó la superficie del suelo en parches y a cada parte le asignó un comportamiento, después observó cómo ese parche se relacionaba alrededor con sus vecinos.   

A partir de esa combinación, de esos agentes y de las plantas que crecen, se planteó todo el modelamiento para entender cómo se comporta el agua dentro de ese parche. “Por ejemplo, para sembrar trigo, que es el caso de la tesis, este cultivo se puede sembrar dos veces por año, el modelo facilita estudiar y saber cuánta agua se necesita y en qué momento para obtener la máxima producción, teniendo en cuenta que se tienen unas condiciones limitadas de agua”, explicó López.    

 Drones y sensores, herramientas claves 

Considerando el tamaño del terreno y las dificultades para el desplazamiento, lo que implica que no se pueden tener sensores en todas las partes del campo, contempló trabajar con drones para capturar otro tipo de información que no proporcionan los sensores clavados en el suelo, sin los cuales tampoco se podría llevar a cabo todo el proceso, ya que al ser la herramienta que está en contacto directo con la tierra, captura los datos del subsuelo como la humedad, los nutrientes y la temperatura.  

Y es, en la opinión de López, el logro más grande que pudiera conseguirse, transmitirle a una persona que tenga su tierra en el campo, lo que necesita para censar su terreno con las condiciones de topografía que tenga. “Es como entregarle una respuesta clara: son mínimo 11 sensores que debe situarlos en estas ubicaciones geográficas particulares, así garantizará el mínimo de información que necesita para operar y desarrollar un sistema de irrigación eficiente”.   

Por su parte, los drones, vehículos aéreos no tripulados, le entregan datos a través de imágenes que son procesadas y de las cuales extrae información como las variables del suelo, pero, de la superficie y de las plantas, que son el mejor indicador de lo que pasa debajo del suelo. De manera indirecta, una planta puede informar si hay buena irrigación, humedad o temperatura para que crezca el cultivo. 

Desafortunadamente, la pandemia canceló todo el proceso de experimentación de campo. Fue inviable el desplazamiento hacia los territorios en donde se tendrían que tomar los datos. Entonces, nuestro investigador, realizó una simulación. Un programa con el modelo del dron fue alimentado con la trayectoria de lo que se quería que  recorriera. En esta parte se apoyó en el trabajo de su colega, Óscar Archila, quien desarrolló, con base en drones comerciales, aplicaciones para la agricultura y la posibilidad de aclarar si se podía llegar o no, a ciertos puntos en el terreno dentro de un solo recorrido y capturar información.  

López, también realizó un ejercicio de análisis de datos mediante imágenes satelitales, ya que estas pueden obtener información que está a 20 kilómetros de altitud respecto al punto, una información valiosa que se exploró y quedó consignada en la revisión del estado del arte; sin embargo, sabiendo que los satélites están más enfocados en otras actividades y aunque la información que se encuentra sirve para contrastar con lo que los drones indican, para el caso particular, no representó mucho más.  

Con todo este panorama, cuando se sabe en dónde ubicar los sensores, porque el trabajo requiere estar tomando información continuamente, se llega al sistema de control. Es decir, el conjunto de elementos que permite influir sobre el problema planteado. En un sistema de control se tienen tres elementos fundamentales: el que se encarga de entregar la información, el que captura esa información y toma una decisión y el que actúa.  

En términos del proceso de agricultura, el sensor es el que entrega la información, dice que pasa en el suelo, luego hay un algoritmo de control que reacciona a ello y expresa que hay que hacer (por ejemplo, cuándo y dónde aplicar determinada cantidad de agua) y, finalmente el elemento que actúa, para el caso, un aspersor que distribuye el agua. 

En la actualidad, el proceso ya cumplió con las dos primeras partes, falta la tercera, en la que se propone cuál sería la estrategia de la aplicación del agua, cómo realizar esa irrigación, o lo que se conoce como agricultura de precisión, llevar al punto final esa última etapa en la cual el agua se riega en donde se necesita de manera eficiente.  

“El doctorado me hizo cambiar el enfoque de las cosas, no ver desde el punto de la solución que se tiene, sino entender el problema desde las necesidades y limitaciones del contexto y mirar si la robótica es o no la mejor solución, eso me hizo mirar hacia la agricultura, comprender que el problema hay que entenderlo desde otra perspectiva”, puntualizó López.

Hacer más atractiva la actividad agrícola, incluso para personas que no tengan mucha experiencia y acercar la tecnología al campo, se convirtió en una motivación.

 

Analitica de datos cyberseguridad_general

USO DE DATOS EN LA TOMA DE DECISIONES AÉREAS, ESPACIALES Y CIBERESPACIALES

Mayor Alexandra Zabala | Ingeniera Informática, EMAVI | Magíster en Seguridad de la Información, Universidad de los Andes | Candidata al título de Doctora en Gestión de la Innovación Tecnológica, Universidad de los Andes | Oficial del Comando de Operaciones Aéreas y Espaciales de la Fuerza Área de Colombia, FAC |  Yezid Donoso | Ingeniero de Sistemas y Computación, Universidad del Norte, Colombia | Magíster en Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad de los Andes, Colombia | D.E.A. in Information technology y Ph.D. in Information Technology, Universidad de Girona, España | Profesor Titular, Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad de los Andes | [email protected] |  Mario Linares | Ingeniero de Sistemas y Computación | Magíster en Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad Nacional, Colombia | Ph.D. Ciencias de la Computación, College of William and Mary, USA | Profesor Asistente, Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad de los Andes | [email protected]

Noviembre de 2022
En la actualidad, a nivel mundial se requiere un tratamiento especial para manejar situaciones relacionadas con la seguridad y la defensa de los intereses de los estados. La adecuada toma de decisiones para responder a los nuevos riesgos, amenazas y vulnerabilidades siempre cambiantes y en tiempo real, es una preocupación por parte de las instituciones militares de los países en general. La rapidez y complejidad con que evolucionan las diferentes formas de intimidación, advertencia u ofensiva que pueden poner en riesgo la integridad de los estados, demandan unas Fuerzas Militares capaces de afrontar adecuadamente estos retos.
 

Con el propósito de articular iniciativas para la creación, planeación y diseño de soluciones tecnológicas al servicio del poder aéreo, espacial y ciberespacial de la nación, la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, y la Universidad de Los Andes, han trabajado mancomunadamente desde hace tiempo con el propósito de identificar los retos que representa la tecnología y los desafíos que genera desarrollar, adoptar y evolucionar este tipo de sistemas para que puedan mantenerse vigentes en el tiempo e impacten los objetivos institucionales.  

La Mayor Alexandra Zabala, quien trabaja en el Comando de Operaciones Aéreas y Espaciales de la FAC, terminó en el 2016 su maestría en Seguridad de la Información en la Universidad de Los Andes; hoy es estudiante del doctorado en Gestión de la Innovación Tecnológica, de la misma universidad, un recorrido académico que le ha permitido trabajar para el desarrollo de capacidades en ciberseguridad y ciberdefensa en el país, particularmente para la protección de la infraestructura crítica cibernética desde el ámbito aéreo, espacial y ciberespacial. 

Su proyecto doctoral investiga la gestión de la innovación y la analítica de datos para el soporte de toma de decisiones antes del uso de medios militares, específicamente en el empleo del poder aéreo en Colombia, el cual representa la capacidad que tiene el país para utilizar sus medios aeronáuticos en protección de la seguridad y la defensa nacional.  

“En mi experiencia como Oficial de la Fuerza Aérea, he evidenciado que el desarrollo de capacidades militares cada vez demanda más del uso de tecnologías emergentes, lo cual permite complementar la experticia de las personas con el fin de ser más eficientes y optimizar los recursos disponibles. Las personas en los entornos militares rotan por diferentes cargos lo que permite que conozcan diferentes roles y funciones; el uso de diferentes tecnologías es una oportunidad para mantener vigente y transferir entre las personas la base de conocimiento creado desde muchos años atrás, esto ha sido parte de mi motivación, en esta investigación”, señala Zabala. 

Para Yezid Donoso,  profesor titular del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación de la Universidad de los Andes y codirector del proyecto de Zabala, quien ha asesorado en el tema de ciberseguridad y ciberdefensa a la FAC, desde hace tiempo, “estar involucrado significa entender cómo funciona de alguna forma el sector defensa desde otro punto de vista. No se trata simplemente de resolver un problema, es una interacción en la cual la academia trabaja muy bien de la mano con la Fuerza Aérea Colombiana, para mejorar las capacidades de las Instituciones Militares”.  Esa combinación de la experticia de la FAC en el trabajo que hace, con la académica por parte de Los Andes, logra proponer, en el marco de esta investigación, una solución de desarrollo tecnológico de la información.  

Los problemas que se pueden encontrar en una institución como la FAC, teniendo en cuenta las necesidades particulares, la infraestructura que tienen y la cantidad de datos o de información que manejan, representan un desafío con potencial que es difícil de encontrar en otras organizaciones. “Uno se reta como profesor y piensa, lo valioso que es para el país poder apoyar a estudiantes como Alexandra para solucionar ese tipo de problemas. En Estados Unidos vi como las universidades aprovechan problemáticas de instituciones militares como la Fuerza Aérea, la Armada o el Ejército y trabajan para solucionarlas”, señaló Mario Linares, profesor asistente del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación de la Universidad de los Andes y codirector de la tesis de Zabala.  

El trabajo se centra especialmente en generar valor a la base de conocimiento que ha desarrollado la Fuerza Aérea Colombiana para anticipar fenómenos de interés de diferentes tipos como la extracción ilícita de minerales, tráfico de personas, armas o recursos estratégicos de la nación para prevenir el uso ilícito en la infraestructura aeronáutica del país, utilizando los reportes textuales que se han generado durante los últimos 20 años. 

Evolución en el análisis de información 

Lo que busca es responder a dos variables importantes para la FAC. La primera, la eficiencia en términos de tiempo. A través del componente de automatización y las técnicas de analítica de datos, en particular de análisis de texto, se logra contestar a ese concepto de eficacia. Al involucrar estas técnicas o tecnologías centradas en datos, se reduce el tiempo que le puede tomar a un analista llegar a una conclusión o, generar cierta información adicional que no era evidente o que no se encontraba en la base de conocimiento. La segunda, es incrementar el número de datos o la información de valor que se genera en el proceso automatizado.  

De forma sencilla, lo que Zabala intenta con este desarrollo, es contribuir a la experticia de los analistas para disponer de la mayor información posible que permita conocer los sucesos que se han presentado y tener una mayor cantidad de datos de interés de manera automatizada, la información que se obtenga se utilizará como un elemento orientador para determinar si es necesario pasar una fase de planeamiento operacional para el empleo del poder aéreo. 

Dentro del marco de estas tecnologías centradas en datos y las técnicas de analítica existe una parte que está asociada en particular con el análisis de texto. De un documento cuando se lee o se revisa, automáticamente se extrae información, pero existen técnicas que ayudan a automatizar ese proceso. Esta técnica se conoce como procesamiento de lenguaje natural y se pretende utilizar en los reportes textuales disponibles de manera automatizada.  

La otra técnica es la fusión de datos. Hay datos abiertos que se encuentran disponibles en internet en diferentes portales, que son de dominio público; también hay datos que tiene la FAC, y forman la base de conocimiento de la institución. Para su aprovechamiento se utilizan diferentes técnicas que fusionan los datos que se encuentran de forma pública y los datos que se encuentran de forma privada. 

El proceso de investigación se diseñó para tres fases. La primera principalmente consistió en entender la problemática tanto a nivel interno como externo, así como la necesidad particular que puede generar una innovación de este tipo. En segunda instancia, dentro del análisis externo, a través de una revisión sistemática de literatura, se identificaron referentes internacionales que han abordado este problema y qué tipo de técnicas o herramientas de analítica, se han usado para apoyar la toma de decisiones antes de utilizar medios militares.  

La tercera fase pretende generar un prototipo funcional a partir de dos fases de desarrollo, una en la que se defina la tecnología que aplique a un contexto nacional y la segunda en donde haya un desarrollo particular de una aplicación web, que permita hacer una fusión de datos y la integración de una tecnología centrada en datos para capitalizar esta base de conocimientos. En paralelo, también se desarrollará una estrategia de sostenibilidad que facilite adoptar este prototipo como un artefacto de innovación para la FAC. 

El sistema será validado, empezando con una muestra reducida, con los analistas más expertos y de forma gradual con más personas que permitan medir la usabilidad y eficiencia de la solución de innovación. Con el primer prototipo se realizarán algunas pruebas de seguridad con equipos internos de la FAC. Actualmente se ejecuta la segunda fase que se prevé termine en el 2024. 

Durante el proceso de revisión de documentos y publicaciones, Zabala no encontró referencias en Latinoamérica, de reportes en español de instituciones militares que hayan sido estudiadas mediante la aplicación de técnicas de analítica que permitan un escenario punto de partida para otro tipo de problemas. De ahí la relevancia de la investigación, que bien podría abrir un escenario en el que la iniciativa pudiera aplicarse en otros países de la región.  

“El caso que tiene la Fuerza Aérea Colombiana es uno en el que debemos proponer una solución óptima, es decir, de disminuir tiempos, mejorar eficacia, etc. En el contexto colombiano, con producto colombiano, con solución colombiana, desarrollamos un proyecto que precisamente aborda esa necesidad de país”, destacó Donoso. 

Por esa razón, los profesores coinciden en que un doctorado de este estilo lo que busca es justamente resolver problemas enfocados en el contexto nacional y que por lo tanto tenga un nivel de prioridad importante. El desarrollo del prototipo quiere consolidar un sistema referencia para Colombia, no solo para la FAC, sino que pueda extrapolarse a otras fuerzas que tengan problemas o características similares o, a países con condiciones parecidas. 

“El impacto de proyectos de este estilo es que la gente también se dé cuenta de cuáles son esas otras capacidades para las cuales las fuerzas están; y cómo las tecnologías que nosotros manejamos, y el conocimiento que tenemos se puede poner al servicio de algo que va más allá de eso, con capacidades muy importantes para el país como lo es la defensa del medio ambiente”, puntualizó Linares.

 

 

ALGORITMOS CON SELLO UNIANDINO

ALGORITMOS CON SELLO UNIANDINO QUE MINIMIZAN COSTOS Y TIEMPOS EN LOS PROCESOS LOGÍSTICOS

David Álvarez Martínez | Profesor Asistente del Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de los Andes. | Ph.D. in Electrical Engineering (Automation Science), São Paulo State University – UNESP (Brazil)| M.Sc. in Electrical Engineering (Computer Science), Technological University of Pereira – UTP |[email protected].

Noviembre de 2022
Desde hace aproximadamente dos años, un grupo de investigadores del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes trabaja en un proyecto que minimiza los costos y tiempos en los procesos logísticos, lo que reduce uno de los principales cuellos de botella de las empresas que distribuyen productos.
 

La iniciativa nació para dar respuesta a una problemática que registraba Tül, la startup colombiana, liderada por emprendedores uniandinos, que ha revolucionado el mercado de la ferretería en Latinoamérica a través de su plataforma digital de venta y distribución de materiales para este sector.  

Tül, con un poco más de dos años en el mercado, atiende a más de 30 mil ferreterías en Colombia, México y Brasil y ha registrado más de 400 mil despachos de materiales que van desde puntillas hasta toneladas de cemento, con entregas directas a sus clientes en menos de 24 horas.  

Un reto logístico que puso a prueba a la compañía y de paso a un equipo de investigadores uniandinos que empezó a trabajar en un proyecto para desarrollar un algoritmo que automatizará la cadena logística de Tül.  

Así nació el SIR, Sistema Inteligente de Ruteo de Vehículos que permitió que la organización de pedidos, rutas y entregas, que antes se hacía de manera manual, fuera completamente automatizada, lo que ha reducido entre un 3.5 y 5% los costos de la planeación logística y de cuatro horas a siete minutos toda su ejecución. Además, durante este proyecto y con el acompañamiento de Tül, también se consolidó el SIC, Sistema Inteligente de Cubicaje, que permite generar, visualizar y analizar el cubicaje de mercancías.  

“Un proyecto de grandes dimensiones si se tiene en cuenta que toda esta logística se presta para atender a ferreteros de tres países y nueve ciudades con más de 150 rutas y 180 camiones”, señaló Andrés Felipe Romero Silva, ingeniero industrial uniandino y Data Scientist de Tül, líder del proyecto desde la compañía, quien asumió este reto desde su concepción.  

Para que todo esto fuera una realidad, Tül puso a disposición de Los Andes el apoyo y las herramientas de todo su equipo de desarrollo, conformado por más de 200 profesionales de tecnología y por su área de Inteligencia de Negocios, dedicados a mejorar, de manera permanente, su cadena de distribución.   

De acuerdo con David Álvarez Martínez, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes y líder del proyecto desde la institución educativa, este desarrollo contó con la participación de los grupos de investigación Centro para la Optimización y Probabilidad Aplicada (COPA) y Producción y Logística (PyLO); integrados por investigadores posdoctorales y estudiantes de todos los niveles (doctorado, maestría y pregrado), que en este caso, diseñaron una solución a la medida de las necesidades particulares del equipo de logística de Tül. 

“Juntos convertimos estas necesidades, restricciones y deseos, en ecuaciones matemáticas y líneas de código que pudieran adaptarse a la infraestructura tecnológica de la empresa”, señaló el profesor.  

Ahora, de acuerdo con Álvarez, los algoritmos desarrollados como tal se convierten en un producto que Tül puede comercializar para otros sectores que tienen cuellos de botella similares en sus cadenas logísticas. Tanto el SIR como el SIC son ahora softwares de talla mundial. 

Actualmente, el alcance inicial del proyecto ya se cumplió, sin embargo, ni Tül ni la Universidad descartan volver a trabajar de manera colaborativa para incluir nuevas fases a la investigación, por ejemplo, para lograr automatizar el cargue de los camiones. “Con el desarrollo de estas iniciativas no solo buscamos una logística inteligente sino automática”, señaló Nicolás Villegas, cofundador de Tül. 

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Andrés Felipe Romero Silva, ingeniero industrial uniandino y Data Scientist de Tül, Nicolás Villegas, cofundador de Tül

Industria y academia, pieza clave de competitividad 

Es innegable que esta colaboración entre industria y academia ha demostrado sus réditos, gracias a que logra que todos los esfuerzos que se hacen en materia de investigación al interior de las universidades se materialicen en el sector real, entregando soluciones a problemas específicos de las compañías, lo que se traduce en mejoras en temas de productividad y calidad dentro de sus procesos.  

Para Nicolás Villegas, este trabajo colaborativo entre industria y academia es muy importante y debería ser la regla como sucede en países como Estados Unidos, donde muchas empresas salen de las universidades. 

“La invitación es que las universidades se acerquen a las startup, consulten cuáles son sus principales problemáticas para que sus estudiantes propongan soluciones a través de proyectos de investigación, esto sería muy beneficioso para todos, para los estudiantes porque podrían trabajar en casos reales, para las compañías porque les ayudaría a resolver muchos de sus problemas cotidianos y para la universidad porque potenciaría su formación, en general le haría un gran aporte al ecosistema emprendedor”, añadió Villegas.  

De hecho, de acuerdo con los expertos, muchas de las investigaciones que se llevan a cabo en las universidades muchas veces no responden a las necesidades de la industria, entonces la transferencia se logra de manera más eficiente si los proyectos nacen para responder a un problema real de una compañía.

Data Center, el cerebro tecnológico de Los Andes

Los guardianes del “cerebro tecnológico” de Los Andes

Yenny Jazmín Vanegas, coordinadora  de Mantenimiento Técnico e Infraestructura. [email protected]

En el Edificio Mario Laserna, de la Universidad de los Andes, se encuentra ubicado el “cerebro tecnológico” del campus universitario. Estamos hablando del Data center, el lugar donde se almacenan, procesan y gestionan los miles de datos que se producen a diario como internet, wifi, telefonía y automatización de edificios, entre otros. 

Esa información, es sin duda, uno de los activos más importantes de la universidad, razón por la que su gestión, protección y monitoreo está a cargo de la Dirección de Servicios de Información y Tecnología (DSIT) y su mantenimiento físico en cabeza de la Jefatura de Mantenimiento Infraestructura y Activos Fijos de la universidad. 

El Data center cuenta con  centenas de servidores de alta capacidad de cómputo de última tecnología y máquinas virtuales, entre otros equipos, que conforman la gran infraestructura tecnológica que le da soporte y respalda el almacenamiento al universo digital de Los Andes. 

Para que este “cerebro tecnológico” esté en pleno uso de sus facultades, requiere que su infraestructura esté en óptimas condiciones, razón por la que el Data Center cuenta con una conectividad a la red con el ancho de banda suficiente para atender las demandas y el trabajo para el que está destinado. 

Tiene a su disposición una fuente robusta de energía, equipos de respaldo como plantas eléctricas de emergencia y UPS para darle soporte a todo el sistema en caso de alguna falla eléctrica. Se cuenta con equipos de ventilación de precisión que eviten su sobrecalentamiento.

Tiene equipos de seguridad física que garantizan la integridad del sistema frente a cualquier tipo de eventualidad, por ejemplo, un incendio, un sismo, y sistemas de seguridad electrónica para evitar el posible sabotaje o alteración de la información. 

Para lograr que todo esto funcione a la perfección y esté bajo control, el área de Mantenimiento Técnico e Infraestructura de la Universidad despliega una gran logística que cumple con cada una de estas necesidades.

El despliegue más grande se lleva a cabo durante el mantenimiento anual del Data center. Son siete días en los que el sistema está fuera de operación, es decir se apaga por completo para poder revisar, identificar y verificar fallas, ordenar las locaciones, realizar las actualizaciones y los cambios de tecnologías y en general poner a punto los sistemas. Todo esto aplicando las buenas prácticas de mantenimiento para la prestación de los servicios y poder contar con el respaldo permanente de alta disponibilidad, confiabilidad y redundancia de los sistemas.

De acuerdo con la ingeniera Yenny Jazmín Vanegas, coordinadora  de Mantenimiento Técnico e Infraestructura, actualmente, este mantenimiento se viene realizando durante los periodos de menor afectación, aprovechando los periodos de menor impacto en los diferentes procesos de la universidad. 

Actualmente, se lleva a cabo durante la Semana Santa, tiempo en el que se trabajan los siete días, las 24 horas. Durante este lapso, el área de Mantenimiento Técnico e Infraestructura, la DSIT y la Dirección de Seguridad y Servicios Básico, DSSB, de la universidad, junto con las empresas outsourcing que acompañan esta tarea, realizan diferentes procedimientos que van desde la planeación y ejecución de los mantenimientos de la infraestructura TI, con los apagados de servidores, almacenamiento, equipos de red, la puesta a punto del cableado estructurado (tanto en cable como en F.O), también el mantenimiento físico de tomas eléctricas (PDU) al interior de los rack, paralelamente se realiza el mantenimiento de los equipos robustos del sistema de alimentación eléctrica como subestaciones, transformadores, tableros principales, tableros de transferencias, equipos de sistemas de alimentación ininterrumpida UPS, PD´S y tableros de distribución de todos los sistemas y señales de automatización, de los sistemas de climatización y refrigeración como los equipos de aire acondicionado de precisión, aquí se realiza el mantenimiento exhaustivo de los circuitos de refrigeración, compresores, valvulas y demas componentes mecánicos y eléctricos. 

Además del mantenimiento de todos los sistemas de seguridad física como sistema contra incendio, de control de acceso, de video vigilancia, detección y extinción de incendio, y sensores de inundación, señales de monitoreo y automatización. En cuanto al espacio físico se realiza el mantenimiento locativo de pisos falsos, pinturas dieléctricas, puertas, ventanas y demás elementos que componen el D.C .

“Es tan detallado este mantenimiento que su realización se planea con mínimo seis meses de antelación. Con esto se logra identificar con exactitud cada requerimiento que demanda el Data center para hacer la provisión de todo lo necesario. Adicionalmente, se pueden planear y prever las actualizaciones tecnológicas que implican tener a la vanguardia esta robusta infraestructura contribuyendo en la sostenibilidad, confiabilidad y medio ambiente con la reducción de la huella de carbono”, señaló Vanegas. 

La puesta a punto de los diferentes sistemas sumado a la continua actualización de los mismos, contribuye a mejorar la eficiencia del D.C lo cual disminuye su impacto en los temas ambientales reduciendo la huella de carbono y alineándose con los pilares de sostenibilidad de la Universidad, de esta manera se logra reducir las probabilidades de riesgo de la caída de los servicios de este “cerebro tecnológico”  en los cuales se soporta la operación de la Universidad de los Andes.

“Este mantenimiento preventivo, correctivo, predictivo contribuye a mantener en mejora continua este “cerebro tecnológico” dando soluciones para apoyar a la gobernabilidad del Data center con todos y cada uno de los que interfieren en esta valiosa tarea”, agregó la ingeniera. 

Todo este equipo interdisciplinario son los guardianes del “cerebro tecnológico” de la universidad que ya cumplen 15 años, los mismos que tiene el Edificio Mario Laserna, y que continuarán trabajando por proteger uno de los activos más valiosos de la institución: su información y su memoria.

 

 

Foro Carbono neutralidad

CARBONO NEUTRALIDAD: SOLUCIONES Y DESAFÍOS

CARBONO NEUTRALIDAD: SOLUCIONES Y DESAFÍOS DESDE EL SECTOR ENERGÍA EN FOROS CONTACTO 

Revive este Foro CONTACTO en el que expertos de la academia, el gobierno y el sector privado conversaron sobre los retos globales y locales para alcanzar una transformación energética eficiente. Durante el encuentro, liderado por el Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de los Andes, los invitados marcaron la hoja de ruta para el cumplimiento de este gran reto.

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CONTACTO 24: Energía Limpias

ESPECIAL:
ENERGÍAS LIMPIAS

ESPECIAL: ENERGÍAS LIMPIASESPECIAL, CONTACTO 24

Julio de 2022
Navega por el especial de CONTACTO de “ENERGÍAS LIMPIAS”, en donde presentamos el actual panorama de las energías renovables en Colombia y los
desafíos locales y globales para alcanzar la neutralidad de carbono. Disfruta esta experiencia multimedia, en la que encontrarás infografías interactivas, videos de los proyectos de nuestros profesores y estudiantes, entrevistas con egresados destacados, recorridos por nuestros laboratorios y mucho más.
Rubby Casallas, Decana de la Facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes.

EDITORIAL
TRANSFORMACIÓN ENERGÉTICA, IMPERATIVA PARA LA SUBSISTENCIA HUMANA

Julio de 2022
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica, Acolgen, el país tiene la sexta matriz energética más limpia del mundo. Aproximadamente el 70% de su capacidad instalada proviene de fuentes renovables, casi en su totalidad por generación hidráulica y en un mínimo porcentaje por fuentes no convencionales renovables como la eólica, la solar y la biomasa.

Si bien esta es una buena noticia, la transformación energética debe ser imparable y mostrar resultados más acelerados y contundentes. Colombia se comprometió con la COP21 de París y lo ratificó en la COP26 de Glasgow en reducir en un 51% sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para el año 2030 y alcanzar su neutralidad de carbono para el 2050. Esto, como una estrategia para responder con urgencia a los efectos del cambio climático, y de esta manera mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados. No en vano se afirma que este es el mayor reto del siglo XXI a nivel mundial.

Aunque es importante destacar el trabajo que frente al tema se ha venido desarrollando en los últimos años en Colombia y que ha permitido, por ejemplo, aprobar el CONPES de Transición Energética, aún hay enormes desafíos para alcanzar la neutralidad de carbono. Con esta política, el país le apostará a la masificación de las energías renovables no convencionales, entre estas el hidrógeno verde y azul, la consolidación de un sistema de transporte sostenible y el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas más limpias. Adicionalmente, se han construido más de 20 granjas solares, dos parques eólicos a gran escala y actualmente circulan alrededor de 8 mil vehículos eléctricos a nivel nacional.

Precisamente, este es el tema que nos convoca en el nuevo especial de revista CONTACTO ‘Energías limpias y transformación energética’, donde invitamos a expertos en el tema como Álvaro Pinilla, profesor titular del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de los Andes, quien nos comparte una hoja de ruta para que Colombia pueda convertirse en una potencia de energías renovables en la región. 

También conversamos con Álvaro Torres, consultor, empresario y profesor titular retirado de Uniandes, quien nos presenta los seis retos inmediatos que tiene el país para consolidar una producción de energías limpias y renovables, a través de una transición sostenible. 

Reunimos además las perspectivas de cuatro profesores uniandinos para evaluar el real potencial que tiene el hidrógeno verde y por qué podría considerarse como el boom de las energías limpias.

De la mano de ingenieros eléctricos, industriales y mecánicos, analizamos el rol del gas natural y la confiabilidad de la infraestructura para su suministro y las microrredes y las fuentes no convencionales renovables de energía como la biomasa en los mercados de la electricidad. Además, investigadores de Ingeniería Química descubren el potencial que tienen nuevos materiales como las perovskitas en la masificación de la energía fotovoltaica.

En nuestra sección de ‘En el radar’ conoceremos el proyecto liderado por Miguel Ángel Cabrera, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, a través del portafolio de Ecología Histórica y Memoria Social, EHMS, que busca crear dispensadores de energía a partir de la planta del bejuco como estrategia para la mitigación del riesgo de procesos de remoción en masa (PRM) en zonas volcánicas habitadas.

En esta oportunidad, nuestro Labtour nos llevará a recorrer el nuevo laboratorio de Neurogenética del Departamento de Ingeniería Biomédica, en donde investigadores de distintas disciplinas analizan el comportamiento y la evolución cerebral a partir de peces.

Además, conoceremos el proyecto ‘Guache’, un licor destilado de panela aromatizado con productos autóctonos colombianos con el que estudiantes del Departamento de Ingeniería Química y de Alimentos fueron destacados en la pasada feria ExpoAndes.

Para finalizar, no dejen de leer la historia de dos de nuestros egresados: Sandra Hinestroza, la chocoana que lidera Hewlett Packard Colombia y la primera mujer en ocupar este cargo en el país y Nicolás Acero, el primer latino en dirigir el área de Business Intelligence de la multinacional alemana Infineon Technologies.

Esperamos que disfruten este nuevo especial de CONTACTO que nos da luces para entender la importancia y los desafíos de alcanzar una transformación energética que impacte y aporte a la mitigación de la actual emergencia climática. Alcanzar la meta es una responsabilidad colectiva de gobernantes, académicos, empresarios y ciudadanos, pues en todos recaerá la subsistencia de la vida en el planeta. 

Seguimos en CONTACTO.

Seis retos de la industria de energías renovables en Colombia

Álvaro Torres | Consultor, empresario y profesor titular retirado de la Universidad
de los Andes. | [email protected]

Julio de 2022
Si bien Colombia ha avanzado en establecer los lineamientos, las hojas de rutas y las metas para el desarrollo del sector energético, con miras a lograr una transición sostenible, dentro de la cual las energías no convencionales son protagonistas, todavía hay desafíos y barreras por superar. 

Para conocer cuáles son estos retos que aún tiene el país, invitamos a Álvaro Torres, quien fue profesor de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de los Andes por más de 35 años y que por más de 5 años ha trabajado en el sector de las energías renovables a través de su empresa, Electryon Power Inc., en la que ha originado y desarrollado proyectos por un poco más de 500 megavatios de energía solar y que también trabaja en iniciativas de producción de hidrógeno verde.

“Conozco lo que está pasando porque he vivido las dificultades que hay cuando se empieza a desarrollar un sector como este en el país. Yo creo que el gobierno ha hecho un buen trabajo en los temas de promoción y regulación de las energías renovables. Con la ley de Transición Energética se establecieron unas bases muy importantes. Sin embargo, hay muchos temas y retos que todavía se necesitan resolver y que puedo resumir en seis, principalmente”, manifestó Torres.

 

1.Mejorar y acelerar la regulación ambiental. Un reto importante es mejorar y acelerar la expedición de la regulación ambiental para la realización de estos proyectos, ya que lo relacionado con el ambiente es el principal motivador de las energías limpias para reducir la huella de carbono y, por lo tanto, los retos ambientales son los primeros que habría que vencer.

“La regulación debe mejorarse o perfeccionarse para estar acorde con las tecnologías renovables. Hoy en día se manejan términos de referencia que no tienen en cuenta las características específicas de cada tecnología y, por lo tanto, se generan sobrecostos en el desarrollo de proyectos y trámites adicionales innecesarios. Por ejemplo, para iniciativas de energía solar hay requerimientos que tienen que ver con emisiones de ruido y de gases, que no existen en estos proyectos, pero que vuelven más lento y complicado hacer un estudio ambiental.
Por otro lado, se debe avanzar en la regulación ambiental para la producción de hidrógeno verde. El gobierno estableció una hoja de ruta para este recurso, y es entendible que todavía no haya una regulación ambiental, porque es un área bastante incipiente. Sin embargo, ya hay empresas como nosotros que estamos iniciando proyectos en producción de hidrógeno tanto para el mercado nacional como el mercado internacional”, aseguró el empresario.

2.Los cambios regulatorios. Para el ingeniero, el segundo reto del sector desde el punto de vista empresarial, es estar muy atento al tipo de regulación y a la oportunidad de una nueva regulación en cada momento. Aunque, afirma, que los cambios regulatorios son normales y necesarios en la transición energética, que va más rápido de lo que se pensaba, algunos han causado traumatismos y demoras.

“Por ejemplo, la resolución de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) 075 de 2021 implementó unos cambios importantes y necesarios, pero no tuvo en cuenta bien los tiempos y las obligaciones de todos los agentes del mercado, lo cual implica que la entrada de proyectos nuevos que se pensaban implementar este año, se va a demorar por lo menos seis o doce meses», añadió.

Sin embargo, destacó que uno de los beneficios de esta resolución fue darle más seriedad al mercado y quitarle especulación, al limpiar del sistema alrededor de 4.500 megavatios que estaban siendo ocupados por desarrolladores que tenían la conexión, pero no la capacidad para desarrollar los proyectos correspondientes, con lo que se desaprovechó la oportunidad para que otros desarrolladores, con mayores recursos y capacidad, implementaran iniciativas viables.

3.Aumentar la capacidad del sistema eléctrico. Colombia tiene como reto, especialmente, planificar el sistema eléctrico y reorientar sus objetivos. Esta es una necesidad, ya que en la actualidad el sistema eléctrico tiene algunas limitaciones como, por ejemplo, la infraestructura de líneas de transmisión en La Guajira para los proyectos de energía eólica.

“La mayoría de las plantas de viento están situadas en La Guajira, donde no hay líneas de transmisión, porque nunca hubo una demanda para llevarlas allá. Por lo tanto, la gran cantidad de generación eólica está represada allí y no se ha podido iniciar”, explicó.

Según Torres, nuestro sistema eléctrico estuvo planificado principalmente para las centrales térmicas y las hidráulicas, pero en el caso de las centrales solares, que se pueden ubicar en cualquier parte del país, tienen menos posibilidad de conectarse al sistema, “porque este no estuvo planificado para este tipo de generación más distribuida, se debe trabajar en ampliar la infraestructura”, añadió.

 

4. Seguridad jurídica y procedimientos. Otro de los retos destacados por el profesor tiene que ver con la necesidad de que el sector cuente con seguridad jurídica. “Todos necesitamos procedimientos y tiempos muy claros con las entidades que dan los permisos ambientales y de construcción, y con todos los demás actores del gobierno, para que se den las cosas entre los tiempos establecidos en la ley y que todo funcione armónicamente. A veces las corporaciones, sobre todo regionales, se toman más tiempo y eso dificulta, entorpece y encarece el desarrollo de los proyectos y, por lo tanto, al final, encarece los servicios”, aseguró.

Añadió además que se debe tener una mejor comunicación entre las distintas entidades públicas que participan en el desarrollo del sector: Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), Corporaciones Autónomas Regionales (CAR).

5.Las compras de la energía y créditos de los bancos. La forma de hacer las compras de energía y el entendimiento de los bancos sobre los términos de los créditos debe ajustarse: “Un proyecto de energía limpia no se puede hacer sin créditos por lo menos a 10 años o a 15 años y necesitamos que las compras de energía que hagan las electrificadoras correspondan con esos tiempos porque todo el mundo estaba acostumbrado a comprar energía por 2 o 3 años, pero eso era cuando era hidráulico y esto ahora tiene que ir cambiando”, enfatizó.

6.Fortalecimiento institucional. Por último, el país tiene el desafío de fortalecer sus instituciones para aumentar las capacidades de todo el sistema y responder a la dinámica del sector. Esto significa robustecer al ministerio de Minas y Energía, la Unidad de Planeación Minero-energética (Upme), la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) para que puedan ser más ágiles y atender a los cambios tecnológicos.

Gas natural, protagonista en el mercado de la electricidad

Gas natural, protagonista en el mercado de la electricidad

Paulo De Oliveira-De Jesús | Profesor asistente del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica. Ph. D. en Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación por la Universidad de Oporto.  | [email protected]

Julio de 2022
Desde hace más de 50 años el gas natural se ha utilizado para producir electricidad. Hoy, este combustible fósil es considerado como una fuente imprescindible para la transición energética. 

De acuerdo con XM, administradora del mercado de energía mayorista, la matriz de generación de Colombia reportó en abril de 2022 que el 86,27% de la energía producida provino de recursos renovables y el 13,73% restante, de recursos no renovables. Dentro de los no renovables (combustibles fósiles), el más usado fue el gas con un 81.55%, equivalente a 23.29 GWh-día promedio y en segundo lugar, el carbón con un 17.62%, equivalente a 5.03 GWh-día promedio.                                                                       

 El protagonismo del gas natural en el mercado de la electricidad se puede sustentar, principalmente, en dos razones: la primera es que dentro de los combustibles fósiles es el menos contaminante, desde el punto de vista de las emisiones; y la segunda, es su papel fundamental para garantizar la continuidad en el suministro del servicio.

En el primer aspecto, Paulo De Oliveira, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de los Andes, investigador en temas técnicos, económicos y regulatorios de sistemas energéticos, recalca: “el gas no debe considerarse energía limpia por cuanto su combustión libera emisiones de dióxido de carbono. Pero sí es el más limpio de los combustibles fósiles, ya que con la ayuda de la tecnología sus emisiones asociadas son menores a las de otros combustibles como el carbón y el diésel. Puede ser 70% menos emisor que el carbón y ese es un punto a favor”.

De ahí que en la coyuntura actual de transición a fuentes de energía más limpias, para combatir el cambio climático y cumplir con las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el gas natural siga siendo atractivo porque permite avanzar gradualmente hacia la descarbonización de la economía. 

 Al respecto, el profesor De Oliveira anota que “en la manera en que se produce la electricidad, las turbinas a reacción (las mismas que usan los grandes aviones) pueden quemar gas para producir electricidad de forma muy eficiente y con menos emisiones en comparación con otras tecnologías como, por ejemplo, las basadas en calderas y turbinas a vapor. Es decir, la cantidad de gramos de CO2 por cada kWh producido en una central térmica a gas es muchísimo más limpia que una central térmica que funcione con carbón”.

En el segundo aspecto, que se refiere a la continuidad en el servicio, se debe tener en cuenta que no existe una única fuente que pueda cubrir toda la demanda energética, por lo que se requieren múltiples fuentes, entre ellas el gas natural. “Este se emplea de forma constante en las centrales térmicas y lo necesitamos porque muchas veces se requiere que una central tenga producción permanente, que no sea intermitente y eso es fundamental para garantizar la continuidad del servicio”, explicó De Oliveira. 

Justamente, una de las barreras para la masificación de las tecnologías más amigables con el ambiente, porque no producen emisiones, es que estas son intermitentes, esto quiere decir que dependen de la disponibilidad del recurso. Por ejemplo, en el caso de energías limpias como la eólica, si no hay suficiente viento en un momento dado, no se puede cubrir la demanda. Frente a este punto, el profesor señala que “en el mercado compiten todas las tecnologías con sus respectivos combustibles. Las centrales térmicas no son intermitentes, uno las prende y le dan la potencia necesaria para cubrir una demanda. En cambio, los grandes parques solares y eólicos son intermitentes: producen una energía muy barata, pero no disponible cuando uno la necesita, por lo tanto, son un complemento, realmente. Eso hace que, en algunos sistemas eléctricos, el gas natural sea imprescindible para garantizar la seguridad del suministro”.  

“El gas no debe considerarse energía limpia por cuanto su combustión libera emisiones de dióxido de carbono. Pero sí es el más limpio de los combustibles fósiles, ya que con la ayuda de la tecnología sus emisiones asociadas son menores a las de otros combustibles como el carbón y el diésel. Puede ser 70% menos emisor que el carbón y ese es un punto a favor”: Paulo De Oliveira-De Jesús.

Contar con el recurso del gas natural resulta estratégico si se tiene en cuenta que lo esperado es que haya un crecimiento económico en Colombia y, por ende, aumente la demanda de energía eléctrica por parte del aparato productivo. Si no es gas, las otras opciones que existen para satisfacer las necesidades de energía eléctrica son mucho más contaminantes. “Por eso, hay que aprovechar el gas existente en el país, incluso del país vecino, para poder comprarlo a través de gasoductos, que es más barato y así poder apalancar el crecimiento económico en Colombia”.

Según los análisis de la Unidad de Planeación Minero-energética (Upme), en el periodo proyectado 2021-2035, la tasa de crecimiento anual de la demanda de energía eléctrica se ubicará entre el 2,28% y el 2,68%; y entre el 0,74% y 1,60%, para el gas natural.

Sin embargo, Colombia se debate si explota o no sus reservas de gas no convencional, pues esto significa realizar la fracturación hidráulica (fracking) en el país. “Las reservas de gas natural libre en Colombia son escasas y difíciles de descubrir, se encuentran a mucha profundidad en la Costa Caribe colombiana. No obstante, el país dispone de reservas de gas no convencional. De renunciar a la explotación de yacimientos no convencionales, la salida sería comprar el gas licuado a través de barcos metaneros y plantas de regasificación lo que conlleva pagar un precio alto por el combustible en los mercados internacionales”. 

“Por eso, hay que aprovechar el gas existente en el país, incluso del país vecino, para poder comprarlo a través de gasoductos, que es más barato y así poder apalancar el crecimiento económico en Colombia”: Paulo De Oliveira-De Jesús.

En el largo plazo, el gas natural irá perdiendo importancia en la medida en que surjan nuevas tecnologías más limpias y menos intermitentes, mientras tanto se contempla como parte de la ecuación para combatir el cambio climático.