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Etiqueta: contaminación

Un estudio de ingenieros uniandinos fue crucial para mejorar Transmilenio y la calidad del aire en Bogotá.

MATERIAL PARTICULADO, ENEMIGO INVISIBLE EN TRANSMILENIO

LÍDER DEL PROYECTO

Ricardo Morales Betancourt | Profesor Asociado del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, Universidad de los Andes. |  Ph.D. en Ciencias Atmosféricas del Instituto de Tecnología de Georgia | [email protected]

Gracias a una investigación realizada en los últimos cincos años por el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de Los Andes fue posible identificar y dar a conocer la alta exposición a contaminantes del aire a los que están expuestos los usuarios de TransMilenio, lo que contribuyó a tomar medidas para reducir estos impactos con muy buenos resultados.

Septiembre de 2021
El debate en torno a la calidad del aire en las ciudades y en los sistemas masivos de transporte no es un tema menor. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) nueve de cada diez personas respira aire contaminado.

Se estima que la mala calidad del aire es responsable de cerca de siete millones de fallecimientos cada año, pues la exposición a material particulado fino, conocido como PM2.5, puede provocar enfermedades cerebrovasculares, infecciones respiratorias e incluso cardiopatías de alta complejidad.

En 2018, el Departamento Nacional de Planeación (DNP), estimó que cerca de 10.500 muertes prematuras al año eran causadas por la exposición a contaminantes del aire en Colombia. En ese mismo año, el 2018 World Air Quality Report elaborado por Greenpeace y IQAir ubicó a Colombia como el quinto país de América Latina con mayor concentración de partículas en el aire y a Bogotá en el quinto lugar entre las ciudades de la región.

El estudio pionero

Teniendo en cuenta que los sistemas de transporte son una gran fuente de contaminación del aire, y que por la proximidad a las fuentes, los viajeros tienen una alta exposición, en 2015, el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, bajo el liderazgo del profesor Ricardo Morales, director del Centro de Investigaciones en Ingeniería Ambiental y doctor en Ciencias Atmosféricas del Georgia Institute of Technology, junto con investigadores de otras universidades decidieron llevar a cabo un primer estudio sobre la exposición de estos contaminantes.

Para materializar el proyecto y obtener los datos requeridos para la investigación, se hizo un muestreo con estudiantes, quienes equipados con acelerómetro (dispositivo que permite medir la vibración o la aceleración del movimiento de un objeto), GPS y medidores de hollín y de material particulado, tomaron registros de la calidad del aire en la troncal de la Calle 80, en Bogotá, obteniendo datos de 31 buses, una estación y un portal de TransMilenio.

El estudio arrojó que la exposición al interior de los buses de Transmilenio era de más de 180 microgramos por metro cúbico de PM2.5. Estas partículas finas son categorizadas como las más nocivas debido a que penetran en un mayor porcentaje el sistema respiratorio. El resultado superaba nueve veces los niveles típicos registrados en las estaciones que miden la calidad del aire en Bogotá.

La investigación permitió además identificar que, pese al corto tiempo que pasan los usuarios en el sistema, la dosis recibida de PM 2.5 durante el viaje, superaba en un 20 % la dosis diaria que experimentaría una persona expuesta a los niveles estipulados por la OMS durante 24 horas. De acuerdo con dicho organismo, la concentración promedio en un lapso de 24 horas, no debe exceder los 25 microgramos por metro cúbico.

Otro dato importante que reveló el estudio es que el mayor problema de contaminación se daba al interior de los buses articulados, pues en las calles o en los portales los niveles eran sustancialmente menores.

La segunda fase

La pertinencia del tema motivó a la Universidad a llevar a cabo, en 2017, un nuevo estudio que cubrió la totalidad de las troncales de TransMilenio. En esa ocasión se realizaron 46 sesiones en 179 buses, 39 estaciones y en todos los portales del sistema.

Los resultados revelaron que todo el sistema de TransMilenio presentaba datos de exposición a contaminantes que alcanzaban los 176 gramos por metro cúbico de material particulado, incluso superiores a los que hay en los buses del SITP.

Unos meses después de la publicación de este segundo estudio, empezó el proceso de renovación de los buses de TransMilenio.

Para ese momento, la administración distrital de ese entonces, le daba un puntaje bajo al tema ambiental para adelantar el proceso de renovación. Sin embargo, el estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Atmospheric Environment,  impulsó el debate y permitió que la licitación fuera más exigente con los requerimientos frente a la exposición de este tipo de contaminantes.

“Ese estudio era la única evidencia revisada por pares y con todos los elementos científicos. Gracias a esos datos, y a la acción de la ciudadanía, la versión final de la licitación incluyó un mayor puntaje a los oferentes de buses con un estándar de emisión más estricto”, aseguró el profesor Morales.

La licitación estableció que los buses nuevos debían ser combinación de gas natural Euro VI (con mucha menos emisión que la generada por los buses diesel) y buses diésel Euro V pero con un filtro de partículas diesel.

El aire mejoró después de la renovación

La Alcaldía de Bogotá, TransMilenio, Ecopetrol y otras entidades firmaron el pacto por la calidad del aire, con compromisos para mejorar el aire en la ciudad, en el marco de la renovación de los buses del sistema de transporte masivo que inició en 2019 y que culminó en 2020.

Para seguir aportando datos que contribuyeran a este pacto, Los Andes participó y ganó una licitación abierta por Ecopetrol para realizar la tercera fase de esta investigación. Esta nueva etapa del estudio se llevó a cabo en dos momentos del proceso de renovación de la flota de TransMilenio, de manera gradual a lo largo de un año, y se repitió exactamente la misma metodología para ver si había modificaciones en la exposición en los buses y troncales.

En esta tercera fase se realizaron 97 sesiones, analizando 438 buses, 49 estaciones y todos los portales de TransMilenio. La primera parte se realizó en 2019, cuando cerca de 400 buses ya habían sido reemplazados.

El análisis permitió encontrar que la concentración de material particulado y hollín se redujo en un 50 %. “Estos resultados tienen que ver más con la retirada de los buses viejos, que con la llegada de los nuevos que apenas ingresaban en ese entonces”, agregó el profesor.
En 2015 y 2017 los buses más viejos, con cerca de 20 años de servicio, eran los mayores emisores. Con su salida la concentración de material particulado bajó en todo el sistema, incluyendo estaciones, portales y al interior de los buses que seguían circulando.

“La diferencia de la calidad del aire en los buses nuevos es muy amplia en comparación con los datos de la primera investigación con los buses viejos”.
Ricardo Morales

En 2020, cuando se completó la renovación se hizo la segunda parte del estudio y los resultados fueron muy alentadores. En comparación con 2017 se registró una reducción del 78 % para material particulado y un 80 % para el hollín.

La publicación científica, que se encuentra en evaluación, cuantifica este fenómeno y se espera que pueda servir como evidencia de que esta clase de intervenciones en el transporte sí funcionan y se impulsen nuevas políticas públicas en esa dirección.

“Los resultados dan cuenta del potencial técnico y científico de la Universidad y, sin duda, alimentan el debate sobre la mejora de los sistemas de transporte en pro de una mejor calidad del aire. Sin embargo, la aventura apenas comienza. En el futuro estaremos estudiando la implementación de buses eléctricos y los impactos del uso masivo de la bicicleta en la ciudad”.
Ricardo Morales

La Universidad de los Andes participa en la mesa nacional para la gestión sostenible del plástico.

EL PLÁSTICO SOSTENIBLE ES UNA REALIDAD

LÍDER DEL PROYECTO

Jorge Medina Perilla | Profesor Asociado del Departamento de Ingeniería Mecánica, Universidad de los Andes. |  Ph.D. en Ingeniería Industrial de la Universidad de Navarra | [email protected]

La Universidad de los Andes hace parte de la Mesa Nacional para la Gestión Sostenible del Plástico, una iniciativa público privada que busca concretar acciones que permitan, a través de la economía circular, aprovechar las oportunidades de ampliar y sofisticar el ciclo de vida de esta materia prima.

Septiembre de 2021
Cuando se habla de problemáticas ambientales, es común que las personas piensen de inmediato en los efectos del calentamiento global, que si bien es el más relevante, no es el único. Es importante entender que toda actividad trae consigo impactos medioambientales.

Entre estas otras acciones que contribuyen a generar estos impactos sobre el planeta y sus ecosistemas es la mala disposición final de los plásticos. Hoy, la producción global de esta materia prima asciende a 360 millones de toneladas anuales, de los cuales un 33,5 % se destina a empaques que, en su mayoría, son de un solo uso.

Esto provoca, en el mejor de los casos, que el producto –una vez utilizado– vaya a parar a un relleno sanitario o a la incineración para su aprovechamiento energético. En el peor, termina en los océanos, que al año reciben alrededor de 8 millones de toneladas de estos desechos, lo que está ahogando los mares.

Hacia la economía circular

Colombia no se escapa a esta problemática. Según Acoplásticos, con datos a 2019, cada ciudadano usa alrededor de 32 kilos de plástico al año, de los cuales una gran proporción se utiliza apenas por unos minutos, incluso pueden ser segundos, para luego ser desechado.

Con el propósito de adelantar acciones que reduzcan esta problemática en el país, el gobierno ha venido trabajando –junto con el sector privado, organizaciones no gubernamentales y la academia– diferentes propuestas para fomentar la economía circular (rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, reciclar o compostar), en la que la gestión sostenible de los plásticos de un solo uso es parte fundamental de la estrategia.

Así nació en 2018 la Mesa Nacional para la Gestión Sostenible del Plástico, de la que hacen parte los Ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible; Comercio, Industria y Turismo; Vivienda, Ciudad y Territorio; Ciencia, Tecnología e Innovación; y las entidades Colombia Productiva, Parques Nacionales Naturales de Colombia, la Procuraduría General de la Nación, Andesco, la ANDI, FENALCO, Acoplásticos, ASOCARS, CEMPRE, la Asociación Nacional de Recicladores, ANR; World Wildlife Fund INC. WWF Colombia; las fundaciones Invemar, MarViva y Avina, además de varias instituciones universitarias, entre estas, Los Andes que lidera una de las submesas que aborda temas de investigación, ecodiseño y ecoetiqueta.

El primer paso: superar los mitos en torno al plástico

Para Jorge Medina, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Mecánica y director del Grupo de investigación en Materiales y Manufactura CIPP-CIPEM de la Universidad de los Andes, y representante de la institución ante la Mesa, para resolver esta problemática de fondo lo primero que hay que entender es que el ´enemigo´ del ambiente no es el plástico per se, sino la mala disposición que hacen las personas de éste. Por esta razón, la solución no es acabar con la materia prima.

De acuerdo con el profesor Medina, el propósito, como está planteado en la mesa, es desarrollar las acciones que sean necesarias para ampliar y cerrar de manera amigable con el medio ambiente su ciclo de vida, aprovechando las oportunidades de su sostenibilidad.

Adicionalmente, los análisis de ciclo de vida han señalado que los materiales alternativos al plástico, como el vidrio, el cartón, el aluminio y la hojalata, entre otros, pueden generar mayores consumos de energía y provocar una mayor huella de carbono.

Si se cuantifican económicamente sus impactos en el ambiente, la cifra también puede sorprender. De acuerdo con Trucost –una firma del Reino Unido especializada en estimaciones sobre los costos ocultos del uso no sostenible de los recursos naturales por parte de las empresas–, mientras que los de los plásticos pueden alcanzar los 139 billones de dólares, si estos empaques o bienes de consumo se hicieran con materiales alternativos la cifra superaría los 520 billones de dólares.

“Si se adoptan medidas que vayan en armonía con el tema de la sostenibilidad y la economía circular, se tendría una reducción a 98 billones de dólares”, señala un estudio de la misma compañía de 2016.

Este es el trabajo que ha venido realizando la Mesa Nacional para la Gestión Sostenible del Plástico buscando concretar acciones encaminadas a la prevención, rediseño, reducción, reutilización, reciclaje, compostaje, aprovechamiento, consumo responsable, responsabilidad extendida del productor, entre otras medidas, además de promover la articulación de todos los actores de la sociedad para lograr una mayor investigación, innovación, generación de nuevas oportunidades de negocio, encadenamientos, empleos, esquemas colaborativos, comunicación y cultura ciudadana.

Avances y expectativas a futuro

Entre sus principales avances fue concretar el Plan Nacional para la Gestión Sostenible de los Plásticos de un solo Uso que recoge como política nacional todas estas acciones para lograr reducir los impactos de esta materia prima, a través de su mejor aprovechamiento.

Por ejemplo, para 2021, por medio de las acciones frente a la Responsabilidad Extendida del Productor, que busca que la industria mejore los procesos de tratamiento y disposición de productos posconsumo, el país prevé hacer una gestión sostenible de por lo menos 30.000 toneladas de envases y empaques plásticos.

Para 2022, el Plan tiene como meta alcanzar una tasa de reciclaje del 12 %, a través de la implementación de la Estrategia Nacional de Economía Circular, de la que Colombia es referente en la región.

Otra de las metas es que para 2030 el 100 % de los productos plásticos de un solo uso no lleguen directamente al ambiente y exista una simbiosis industrial en la cual los desechos de esta materia prima se conviertan en insumos para la misma o nuevas empresas. Además, que un 30 % de estos productos tenga un material reciclable, si se permite técnicamente.

Según indica el profesor Medina, para lograr que esto sea una realidad, uno de los retos más importantes, para avanzar en la dirección correcta, es complementar la responsabilidad extendida al productor con las oportunidades de investigación, desarrollo e innovación en tecnologías que le apunten a la economía circular de los plásticos tradicionales y de las que potencien la bioeconomía como pilar de una nueva industria que produzca alternativas de materiales de empaque menos dependientes de fuentes no renovables.

“Los retos en esta materia o las de otras temáticas relevantes para el país solo se podrán atender superando la baja inversión en investigación y desarrollo, tradicionalmente del orden de 0,25 % del PIB, muy por debajo de muchos otros países de la región, y en lograr que las regalías destinadas a estos propósitos realmente lleguen a su destino”.
Jorge Medina