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Etiqueta: ciudades

Nicolás Estrada, Director del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental, Universidad de los Andes.

NICOLÁS ESTRADA
“COMO ESPECIE, LA SOSTENIBILIDAD ES UNA OBLIGACIÓN VITAL”

Septiembre de 2021
CONTACTO: El planeta enfrenta una crisis ambiental sin precedentes que demanda acciones urgentes, ¿cómo empezar a construir territorios más sostenibles?

Nicolás Estrada (N.E.): Por definición, sostenible es que se sostiene, que perdura en el tiempo. Por lo que la principal característica de un territorio sostenible sería necesariamente abandonar los hábitos que lo hacen insostenible, e ir generando dinámicas que nos permitan relacionarnos de forma respetuosa con el entorno del que hacemos parte. Uno de los cambios necesarios es superar la mirada dualista del entorno en la que, por un lado, estamos los humanos y, por el otro, la naturaleza que podemos utilizar. La nueva narrativa debería ser entonces ‘monista’: no usamos el ambiente, sino que hacemos parte de él y entendemos que somos tan solo una de las muchas partes que tiene.

CONTACTO: ¿Cuál sería la clave para lograr un tránsito efectivo entre una mirada y la otra?
N.E.
: Hace unos semestres, en un curso de introducción a la ingeniería civil, tuvimos la oportunidad de conversar con la antropóloga Natalia Robledo, a propósito del ingeniero Miguel Triana, que vivió hace siglo y medio. Ella nos explicaba que, en la ingeniería civil de esa época, la metáfora dominante era la idea de que debíamos ‘domar’ el entorno, por ejemplo hacer vías para conectar los territorios y generar una realidad de pertenencia, de nación. Era una óptica colonizadora, civilizadora incluso. Luego, pasamos a la metáfora del progreso, muy centrada en el control de la naturaleza y en el crecimiento de nuestro aparato económico. Creo que ahora necesitamos pasar a la metáfora del bienestar, del respeto, al cuidado de esta casa común, porque la sostenibilidad que está en juego es la nuestra como especie. Por eso hace falta partir del reconocimiento de que somos animales racionales y gregarios, tenemos que incorporar que el bienestar individual está ligado al bienestar comunitario. Por ejemplo, con esto en mente, la idea de una infraestructura desconectada de sus efectos sobre el medio ambiente es absurda.

CONTACTO: ¿Cuál debería ser el punto de partida para concebir esa ‘infraestructura para el bienestar’?
N.E.
: Interiorizar la idea de que un sistema de infraestructura, además de proveer ciertos servicios básicos, es también el reflejo de lo que la sociedad quiere ser, la historia que cuenta de sí misma. Un sistema de infraestructura es algo vivo, que continuamente se está moldeando a nuestra medida; y uno de los papeles de la infraestructura es soportar, realizar, esas ficciones que son importantes para nosotros y que nos unen en un proyecto común. Por ejemplo, pensemos en el sistema Transmilenio, en el que se mueven muchas más personas que en vehículos particulares. Podemos decidir a cuál de los dos medios le asignamos más recursos. ¿Qué dice esto de nosotros y de la sociedad que queremos ser? Otro ejemplo, pensemos en un sistema como el Viaducto Gran Manglar, sobre la Ciénaga de la Virgen. Si decidimos secar el manglar para construir la vía o si decidimos hacer un viaducto para proteger ese ecosistema, estamos imaginando dos historias muy distintas de nosotros mismos.

“Necesitamos pasar a la metáfora del bienestar, del respeto, al cuidado de esta casa común, porque la sostenibilidad que está en juego es la nuestra como especie.”

CONTACTO: ¿Qué retos tienen las ingenierías civil y ambiental en esta materia en Colombia?
N.E.
: Las dos tienen una relevancia enorme en el contexto colombiano. Las necesitamos para desarrollarnos como sociedad y para proveer bienestar para la población que no lo tiene. Por ejemplo, es difícil de creer, pero el 15 % de los colombianos no tienen acueducto y el 20 % no tienen servicio de alcantarillado, ni hablar de la cobertura en servicios de comunicación, que han sido tan importantes en el contexto de la pandemia. Desde el punto de vista ambiental, los retos también son enormes, por ejemplo, 20 % de nuestra población no tiene acceso a sistemas de recolección de basuras, y todavía vertimos sin ningún tratamiento la mayoría de nuestras aguas residuales. Adicionalmente, estos retos existen en contextos complicados, como una población creciente y con índices de pobreza muy altos, un ambiente de recursos escasos, y un sistema decisorio ineficiente y en algunos casos corrupto. Al mismo tiempo, también tenemos condiciones que pueden potenciar nuestro desarrollo, como una población joven cada vez más formada y tecnificada, y procesos nacionales como el acuerdo de paz, que aumentan nuestra capacidad de inversión y nos permiten cambiar de discurso.

CONTACTO: ¿De qué maneras las ingenierías civil y ambiental uniandinas están respondiendo a esas necesidades?
N.E.
: En los años recientes, hemos vivido un proceso de reflexión interesante que se concreta en la reforma curricular de nuestros dos programas de pregrado actuales. La transición hacia estos programas reformados empezará en los próximos semestres. Desde un punto de vista más general, y en buena medida gracias a nuestras actividades de investigación y consultoría especializada, el Departamento ha sido activo en el análisis de las dinámicas complejas que se crean en la interacción entre la sociedad, su base física y su entorno natural. Estas dinámicas han dado paso a un futuro programa en el área de sistemas urbanos sostenibles. También hemos trabajado mucho en la formación de habilidades transversales, cada vez más importantes en un mundo interconectado y diverso.

CONTACTO: ¿Este futuro programa se adapta a la tendencia que concibe a las ciudades como ecosistemas?
N.E.
: Tenemos una interacción y un impacto importante en el entorno social que nos acoge y parte de ese entendimiento resulta en una dinámica de cambio y adaptación. En su libro ‘Sapiens: de animales a dioses’ el antropólogo israelita Yuval Noah Harari muestra que lo que nos hace fuertes como humanos es nuestra capacidad de cooperar flexiblemente y en grandes números. Este fenómeno nos convierte en un sistema complejo, y, como cualquier sistema complejo, posibilitamos la emergencia de propiedades que no existen a la escala del individuo o del grupo pequeño. Algunas de estas propiedades son deseables, como la cultura y la ciencia; otras son problemáticas, como la contaminación y la desigualdad social. Una de estas propiedades emergentes es la aparición de estos «monstruos maravillosos» que llamamos ciudades; en cierta forma, el futuro programa nace de ese interés.

«Una de estas propiedades emergentes es la aparición de estos ‘monstruos maravillosos’ que llamamos ciudades; en cierta forma, el futuro programa nace de ese interés.

CONTACTO: ¿En qué innovan estos programas con miras a la consolidación de territorios sostenibles?
N.E.
: Lo más valioso que aportan es una nueva manera de relacionarnos con los problemas de la ciudad, entendiéndolos e interactuando con ellos de forma más interconectada y orgánica, trascendiendo la visión tradicional de los problemas de infraestructura y del medio ambiente. Por ejemplo, entendiendo que la crisis ambiental es también social porque sus efectos negativos se concentran en sociedades vulnerables.

CONTACTO: ¿Cuál es –o debería ser– el aporte de los profesores e investigadores en esta labor?
N.E.
: En mi opinión, estamos en un momento de la historia en el que más allá de avances tecnológicos necesitamos un cambio de paradigma, que apunte a reinventar la forma como hacemos ciencia y tecnología, y a entender la relación que esto tiene con nuestro entorno. Tenemos la gran tarea de transferir lo que hacemos para tener un impacto más directo y medible sobre la sociedad que nos acoge. Esto ya lo están logrando muchos de nuestros profesores, quienes han entendido las problemáticas, aportan información y motivan debates útiles para orientar a tomadores de decisión en diferentes temas, por ejemplo: la prohibición del uso de asbesto, la conservación del patrimonio colonial, la conservación de nuestro entorno biótico, la calidad del aire y el funcionamiento de pavimentos, entre otros temas cruciales para las ciudades.

CONTACTO: ¿Estamos de cara a un nuevo llamado para la academia?
N.E
.: Yo creo que sí. Creo que es momento de mirarnos y cambiar el paradigma, de entender nuestro papel como formadores, no solo de nuestros estudiantes sino de la comunidad en general, e idear maneras para que el conocimiento técnico y científico permee cada vez más en la sociedad.

Con el financiamiento de UK PACT-Colombia, la Universidad de los Andes, el Consejo Colombiano de la Construcción Sostenible (CCCS) lideran un proyecto encaminado a consolidar ciudades de baja emisión de carbono en Colombia.

LA MISIÓN DE PENSAR CIUDADES QUE RESISTAN EL CAMBIO

LÍDER DEL PROYECTO

Nicanor Quijano Silvia | Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, Universidad de los Andes. |  Ph.D. de la Universidad Estatal de Ohio | [email protected]

Una reciente investigación con enfoque multidisciplinario, liderada por la Universidad de los Andes, logró identificar una serie de mejores prácticas para el alcance de ciudades más sostenibles. La metodología del estudio se replicó en varias ciudades y su impacto llegó incluso a los principales tomadores de decisión en varias urbes.

Septiembre de 2021
Son muchas las ciudades que buscan enfoques fundamentados en la sostenibilidad, con el fin de generar planes de desarrollo capaces de aprovechar adecuadamente los recursos, reducir la cantidad de emisiones de carbono y mejorar la disposición de residuos, entre otros aspectos.

La búsqueda de ciudades más sostenibles es una prioridad para el mundo. El 55 % de la población mundial vive en urbes y aunque estas ocupan solo un 3 % de la superficie terrestre, son responsables del consumo de entre el 60 % y el 80 % de la energía y de la generación del 70 % de las emisiones de carbono, uno de los principales impulsores del cambio climático.

Por ello, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS,  (impulsados por las Naciones Unidas y ratificados por más de 195 países, entre ellos Colombia) se destaca el número 11: Ciudades y comunidades sostenibles.

El aporte uniandino al desarrollo urbano sostenible

En marzo de 2019 inició el proyecto titulado ‘Systemic perspectives on low‐carbon cities in Colombia’ en el marco de una alianza importante entre la Universidad de los Andes, el Consejo Colombiano de la Construcción Sostenible (CCCS) y otras entidades, con el financiamiento de UK PACT-Colombia.

El equipo de trabajo fue liderado por Ángela Cadena y Nicanor Quijano, profesores del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de Los Andes y Mónica Espinosa, investigadora postdoctoral.

Contó además con el apoyo de un equipo interdisciplinario de profesores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes: José Alberto Guevara, Luis Ángel Guzmán, Guillermo Jiménez, Manuel Rodríguez Susa, Juan Pablo Rodríguez y Hernando Vargas.

En total, en la realización de la primera fase de este proyecto participaron 25 personas entre profesores y asistentes de las facultades de Ingeniería, Arquitectura-Diseño y el Centro para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (CODS), dos profesores de University College of London, uno de la Universidad de Coventry del Reino Unido, tres profesionales del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS) y tres consultores externos.

Adicionalmente, contó con un comité asesor integrado entre otros por Juana Mariño, Clemencia Escallón, Darío Hildago, Dimitri Zaninovich, Ricardo Smith y Julio Dávila, así como el apoyo de representantes de entidades gubernamentales y secretarías.

“El proyecto surge de la necesidad de aportar al desarrollo urbano desde una perspectiva integral para un desarrollo más sostenible. Articular este conocimiento multidisciplinario fue uno de los mayores retos. Logramos trabajar juntos con aliados de diversa naturaleza”.
Juan Pablo Rodríguez, Profesor Asociado de Ingeniería Civil y Ambiental

Una conversación multidisciplinaria

La intención principal del proyecto estuvo en construir un sistema que permitiera proyectar microciudades con un modelo de desarrollo urbano con un enfoque importante en cambio climático y mitigación del mismo.

Sin embargo, se concibió el impacto de las ciudades desde una perspectiva holística, que involucró un análisis más allá de los temas clave para la sostenibilidad urbana, como lo son el transporte y la construcción.

Por ello se involucraron temas como la gestión del agua y la ecología urbana. Al abarcar temas tan diversos y complejos, el proyecto requirió de una conversación multidisciplinaria, un desafío que rápidamente se hizo parte del propósito inicial y se incorporó de manera orgánica: el diálogo entre especialidades es fundamental en cualquier proceso científico.

“Llegar a los temas de agua y ecosistemas urbanos fue clave, pero nos tomó un tiempo. La convergencia sistémica no fue sencilla. Tuvimos retroalimentación de muchos actores del distrito, del gobierno nacional y personas del sector privado para saber cómo articular todos los diversos sectores que se analizaron en esta visión de ciudad sostenible”.
Nicanor Quijano, Profesor Titular de Ingeniería Eléctrica y Electrónica

El diseño de la metodología y la definición de indicadores se nutrió ampliamente de esa conversación interdisciplinaria. No obstante, uno de los principales propósitos del proyecto era compartir los hallazgos y esa hoja de ruta hacia ciudades más sostenibles, con tomadores de decisiones en distintas ciudades; entidades gubernamentales y secretarías.

Como lo resume Ángela Cadena, cuatro factores fueron fundamentales en este proyecto:

    • La propuesta y la integración de los profesores y los demás participantes.
    • La conformación de un equipo de trabajo multidisciplinar que nutrió ideas de la academia, los entes gubernamentales y privados.
    • la voluntad de contar con buenos casos de estudio y su selección final, pese a las dificultades en medio de los cambios de gobierno y la pandemia.
    • Las extensiones logradas.

Es en este último punto que los profesores Juana Mariño, Guillermo Jiménez, Juan Pablo Rodríguez, Ángela Cadena y Nicanor Quijano, hacen especial énfasis sobre todo para que se le pueda dar continuidad a este tipo de proyectos dentro de la Facultad de Ingeniería y de la Universidad.

El Libro Blanco

El Libro Blanco cumple justamente con la meta de entregar a los principales tomadores de decisión de las ciudades, un insumo con el que puedan medir qué tan sensible es su ciudad a los impactos del cambio climático y cómo podrían mitigar los impactos del mismo en el futuro, estableciendo algunas recomendaciones.

En este documento se analizan las políticas, regulaciones y capacidades requeridas para que los proyectos urbanos puedan avanzar hacia una mayor sostenibilidad. También se identifican las posibilidades de financiación para la implementación de las medidas de mejora seleccionadas.

Además, presenta una metodología de análisis y evaluación, y una caja de herramientas para apoyar el desarrollo urbano sostenible. A partir de una aproximación sectorial, considerando seis sectores (ecosistemas urbanos, manejo integrado del agua, suministro y uso de energía, gestión integrada de residuos, movilidad sostenible y edificaciones e infraestructura urbana), se plantea una aplicación en territorio con dos casos de estudio: Ciudad Verde en el municipio de Soacha, Cundinamarca, macroproyecto urbano en operación y Lagos de Torca en la ciudad de Bogotá, desarrollo urbano en etapa de diseño e inicio de construcción.

El proyecto y el Libro Blanco constituyen, en general, un aporte de la Universidad de los Andes (y de todos los participantes en este esfuerzo) a la búsqueda de territorios más sostenibles, teniendo en cuenta la importancia de la búsqueda de asentamientos urbanos cada vez más sensibles al cambio climático, y cada vez más resilientes y adaptativos.

 

Un proyecto escalable

Además de su aplicación en Bogotá, este proyecto se llevó a las ciudades de Manizales, Barranquilla y Villavicencio en alianza con diversas instituciones (Universidad Nacional, Universidad del Norte y Universidad de los Llanos, respectivamente) y con resultados importantes para el desarrollo de futuras políticas públicas. En Manizales se obtuvo información para una gestión más sostenible de la movilidad, mientras en Barranquilla se analizó la importancia de la Ciénaga de Mallorquín para la ecología urbana y en Villavicencio se destacó el papel del río Ocoa para el manejo del agua en la ciudad.