Rocío Sierra, José Fernando Jiménez, Guillermo Jimenez, Profesores de la Facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes.

LÍDERES DEL PROYECTO

Rocío Sierra Ramírez | Profesora Asociada del Departamento de Ingeniería Química y de Alimentos, Universidad de los Andes. |  Ph.D. de la Universidad de Texas A&M | rsierra@uniandes.edu.coGuillermo Jiménez | Director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, Universidad de los Andes. |  Ph.D.  en Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile | ga.jimeneze@uniandes.edu.coJosé Fernando Jiménez | Profesor Asociado del Departamento de Eléctrica y Electrónica, Universidad de los Andes. |  Ph.D. en Ingeniería de la Universidad de los Andes | fjimenez@uniandes.edu.co

Dos países del sur global y uno del norte se unirán en pro de la seguridad energética y alimentaria de territorios afectados por la pandemia en Colombia. Con el desarrollo de un gran explorador solar y de biomasa, Ingenieros de Los Andes lo harán posible.

Septiembre de 2021
Con cooperación alemana, sofisticada tecnología chilena y colombiana, y un coordinado trabajo interinstitucional, un equipo de ingenieros uniandinos buscará consolidar una fuente de información clara y precisa que dé cuenta del potencial energético solar y de biomasa en Colombia.

Emulando el oficio de los cartógrafos –pero con el uso de herramientas contemporáneas como imágenes satelitales y exploradores solares–, lo harán a través de mapas: “Los mapas de potencial energético solar y de energía de biomasa son una fuente de información valiosísima para el desarrollo de entornos rurales y urbanos”, explica Rocío Sierra, profesora asociada del Departamento de Ingeniería Química y de Alimentos.

Inicialmente el proyecto se concentrará en zonas de estudio específicas que han sufrido los impactos de la pandemia del COVID-19, pero el alcance es mucho más amplio. Con uso de imágenes satelitales, los investigadores harán una búsqueda precisa de territorios que cuenten con residuos agrícolas con algún potencial energético (biomasa) y de sus respectivos cultivos. En estos lugares también se hará una estimación de la productividad agrícola y se buscará identificar el potencial de generación solar aprovechable en techos de edificaciones.

El sueño de un atlas para el país

Aunque se enfoca en energía solar y biomasa, el proyecto tiene un amplio alcance. Así lo indica Guillermo Jiménez, Director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica: “Detrás de este gran proyecto hay una apuesta transversal para trabajar con comunidades vulnerables por la pandemia, pero también de pensar en la transferencia tecnológica entre los países cooperantes como una manera de contribuir al desarrollo sostenible del país”.

Jiménez, quien –tras su experiencia como director del Centro de Energía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile– prestó al proyecto su gestión para la vinculación del país austral como cooperante, explica que este proyecto es un potencial generador de oportunidades en zonas rurales y para contribuir, en alguna medida, a la generación de valor, productividad y sostenibilidad de las zonas rurales en Colombia.

Los mapas resultantes servirían como un insumo para instancias gubernamentales y tomadores de decisiones a nivel regional en lo que respecta a la generación de políticas públicas que apunten al impulso de actividades económicas a partir de la generación de energía propia. Precisamente por esto, según sostiene Rocío Sierra, “la mayor expectativa en el proyecto es que se pueda hacer una expansión a todo el territorio nacional”.

La iniciativa de un mapa para Colombia con información sobre el potencial energético solar y de biomasa no parte de cero. De acuerdo con José Fernando Jiménez, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, quien venía madurando la idea desde años atrás “por ley, la UPME debe proveer el atlas del potencial energético de la biomasa residual, el cual sirve a la sociedad para saber en detalle qué capacidad tienen los residuos de actividades agroindustriales para generar energía”. No obstante, la última actualización del mapa se hizo hace más de una década y el documento no ofrece funcionalidades de interactividad ni actualización periódica. Más aún, los más recientes avances en la materia se deben a los resultados logrados por el Fabspace, iniciativa liderada por el mismo profesor.

El papel de Chile es crucial en esta tarea, pues al contar con un explorador solar sofisticado que usa imágenes satelitales para actualizar los datos diariamente está en capacidad de transferir a Colombia el conocimiento técnico y tecnológico necesario para potenciar aún más la labor del equipo local. “El crecimiento de instalaciones solares en Chile es extraordinario y con nuestros desarrollos de inteligencia artificial podríamos incluso dar un paso más adelante: no solo lograríamos identificar el potencial energético, sino también el potencial económico de las regiones, entre otros”, asegura el profesor Jiménez.

La cooperación triangular

 

Detrás de este proyecto hay un concepto de cooperación novedoso: el encuentro entre dos países del sur y uno del norte. Cada país participa a través de diferentes instituciones y organizaciones, por ejemplo, mientras Alemania pone a disposición a la GIZ, su entidad de cooperación; Chile participa con su Ministerio de Energía, su Agencia de Cooperación Internacional para el desarrollo – AGCID y la Universidad de Chile; y Colombia participa a través de los ministerios de Energía, de Ambiente y de Agricultura, al igual que al Instituto Geográfico Agustín Codazzi -IGAC, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales – IDEAM, la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia – APC y la Universidad de los Andes.

Para Jonathan Sánchez, líder de la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono del Ministerio de Ambiente y encargado del componente administrativo de la iniciativa, la coordinación de las más de diez instituciones involucradas ha sido uno de los retos más grandes que se han sorteado en el proyecto. No obstante, destaca que el esfuerzo vale la pena en tanto sus resultados son promisorios para el país.

“No solo vamos a tener la oportunidad de incursionar en un campo poco explorado como son la biomasa y el biogás, sino que también podremos brindar información útil y elementos para planeación territorial a tomadores de decisión, y movilizar recursos para el desarrollo del campo colombiano. Pero nuestra mayor expectativa es que este proyecto nos permita tomar decisiones sobre fuentes no convencionales de energía, interiorizar la idea de que hay alternativas a la solar o eólica, y desbloquear el potencial de biogás en el país”, sostiene.

Para los investigadores uniandinos, el valor del proyecto radica también en la posibilidad de consolidar espacios y estrategias para compartir saberes, enriquecer la creación de conocimiento, e impactar directamente a la sociedad colombiana mediante una herramienta de suma utilidad.