Mayo de 2020
“Eran los años 80… Queríamos resolver todo”, recuerda Myriam Luisa Díaz hoy sentada en la oficina desde donde dirige el Departamento de Arte de la Facultad de Artes y Humanidades de Los Andes. Se refiere a su vida estudiantil y de recién graduada como ingeniera de sistemas y computación, cuando la generalidad era “querer ayudar en todos los temas en el campo de producción humana”. La inspiración fue, principalmente, la llegada de los primeros computadores personales a la Universidad. Ahí ella pudo desarrollar, como proyecto de grado, un prototipo de diseño textil. “¡Uno podía tejer virtualmente la tela y visualizarla a ocho colores antes de hacerla en físico!”, dice emocionada tanto del recuerdo como de la evolución de la tecnología desde entonces hasta la fecha.
Debió desenmarañar el misterio de la creación textil para luego crear esa solución computarizada. “Tuve que comprender los procesos básicos de un tejido para poder conceptualizarlo y poder crear un modelo”. Eso, que en palabras suena tan fácil, fue todo un reto para una mente teórica y sistémica como la de ella. La ventaja fue –y siempre lo ha sido– su interés por aprender. Ese rasgo tan de su personalidad tuvo, además, refuerzo en su vida de estudiante uniandina.
“La universidad me dio herramientas muy útiles en términos de formación integral porque siempre se preocupó por acercar a los estudiantes a otras áreas”
Myriam Luisa Díaz
Tal vez por eso no se le hace extraño el hecho de ser una mujer ingeniera dirigiendo un departamento de arte. Finalmente, esa fusión de saberes ha sido su realidad desde hace 30 años cuando fue nombrada coordinadora de informática de los Programas de Artes Plásticas y Textiles y desde entonces ha estado en lo que después se convertiría en la Facultad de Artes y Humanidades.
Su experiencia le ha enseñado que la experiencia no necesariamente define el campo de acción de un profesional y que la ingeniería, al ser tan aplicada, tiene diferentes áreas de proyección.
Ha sido profesora en Arte y directora de la especialización de Creación Multimedia durante sus 16 años de existencia. Fue un proyecto que dejó muchos buenos recuerdos y ejemplos de trabajos multidisciplinarios, de los que es fan y defensora. Porque ella también ve muy clara la relación entre arte y electrónica, arte y computación, arte e ingeniería civil… El mundo para ella es multidisciplinar.
Y aunque mantiene vigentes unos interrogantes que la rondan sobre lo que es pertinente enseñar de informática en una escuela de artes, hay dos conceptos que la guían: abstraer y conceptualizar. Para ella, esos dos verbos cruzan tanto al arte, como a la ingeniería. Y ella, magistralmente, ha logrado juntarlos en lo que denomina el pensamiento computacional, o la forma de resolver problemas usando el computador. Eso es lo que más le gusta de enseñar, porque siente que ayuda mucho a los creadores artísticos a utilizar medios electrónicos e incluso a potenciar su creatividad.
De todas maneras, su experiencia le ha enseñado que la carrera no necesariamente define el campo de acción de un profesional y que la ingeniería, al ser tan aplicada, tiene diferentes áreas de proyección. Por eso, aunque su vida ha transcurrido entre artistas, está tan orgullosa de ser ingeniera que considera que es una de sus cualidades. “Me gusta ser lo que soy”, asegura.