Juana Mariño | líder del componente de ecología urbana del proyecto de investigación ‘Systemic perspective on low carbon cities in Colombia’| jmarinod3@gmail.com | Clemencia Escallón| profesora distinguida del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes |cescallo@uniandes.edu.co| Nicanor Quijano | profesor titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de los Andes |nquijano@uniandes.edu.co| Ricardo Smith| profesor jubilado y emérito de la Universidad Nacional de Colombia |rasmithquintero@gmail.com.
Mayo de 2023
Invitamos a cuatro de los autores del libro ‘Ciudades Sostenibles, un enfoque de modelaje integrado para el análisis de política en Colombia’, quienes nos presentan una visión de hacia dónde debemos avanzar para materializar este modelo de urbes.
Para 2050, según la Organización de las Naciones Unidas, ONU, el 70% de la población mundial, que se estima alcanzará los 9.700 millones de personas, vivirá en ciudades. Esto quiere decir que si hoy son urgentes las medidas para hacer las urbes más aptas para la habitabilidad de los ciudadanos, para el futuro inmediato es absolutamente necesario tomar acciones con el fin, no solo de mejorar la calidad de vida urbana sino de preservar la sostenibilidad de los territorios.
Esta sostenibilidad debe ser entendida, de acuerdo con el organismo multilateral, como un cambio en los patrones de producción, consumo y demanda, con el propósito de garantizar el equilibrio de todos los ecosistemas vinculados a las urbes.
Para avanzar en este camino, desde la CEPAL se ha propuesto el concepto de “Ciudades Inclusivas, Sostenibles e Inteligentes (CISI), es decir urbes que sean capaces de adoptar diferentes soluciones y tecnologías que les permitan alcanzar una óptima eficiencia en tema fundamentales como la gobernanza, la planificación urbana, la gestión pública, el acceso más equitativo a los servicios públicos, el uso responsable de los recursos, la proyección internacional, la cohesión social, la movilidad, el transporte, el capital humano y la economía, entre otros, con el propósito principal de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
En este especial de la Revista Contacto entrevistamos a cuatro de los expertos que hicieron parte del proyecto de investigación ‘Systemic perspective on low carbon cities in Colombia’, financiado por el Reino Unido por medio del programa UK-PACT, y cuyos resultados fueron sintetizados en el libro ‘Ciudades Sostenibles, un enfoque de modelaje integrado para el análisis de política en Colombia’, quienes nos dieron su visión de hacia dónde deben avanzar las urbes colombianas para consolidar lo que ellos denominan “ciudades sensibles a la sostenibilidad o a los ecosistemas” y el rol de la universidad para ayudar a materializarlas.
Se trata de Nicanor Quijano, profesor titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica y Clemencia Escallón, profesora distinguida del Departamento de Arquitectura de la Universidad de los Andes, la arquitecta Juana Mariño, líder del componente de ecología urbana del proyecto, y Ricardo Smith, ingeniero civil, profesor jubilado y emérito de la Universidad Nacional de Colombia.
Es importante recordar que este proyecto de investigación, que fue liderado por las facultades de Ingeniería y Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes y que contó con la participaron más de 26 investigadores, propone “una metodología y una caja de herramientas para apoyar el desarrollo urbano sostenible” y, a través de dos casos de estudio, el macroproyecto urbano Ciudad Verde, en el municipio de Soacha, y Lagos de Torca, desarrollo urbano en etapa de construcción en Bogotá, “realiza una aproximación sectorial que considera los ecosistemas urbanos, el manejo integrado del agua, el uso de la energía, la gestión de residuos, la movilidad sostenible y las edificaciones e infraestructuras”.
Si desea, puede descargar el libro sin ningún costo aquí.
Ciudades sostenibles apoyadas de la tecnología
Para el profesor Nicanor Quijano, lo que se conoce como ciudades inteligentes son urbes que tienen una serie de problemáticas en las que la tecnología puede ayudar a encontrarles soluciones óptimas. Sin embargo, sostiene, que la parte tecnológica no puede estar sola, sino que requiere de una interconexión con otras ideas y elementos que permitan que estos avances tecnológicos faciliten la construcción de ciudades sostenibles.
“No es que las ciudades deban ser inteligentes, es que deben ser sostenibles. Es decir, necesitamos resolver cómo vamos a garantizar la supervivencia de ese 70% de la población que va a vivir en las urbes en 2050. Tenemos que empezar a ver las ciudades como algo sistémico”, sostuvo.
De acuerdo con el profesor, el llamado es avanzar hacia una ciudad sensible a la sostenibilidad, una ciudad del futuro que sea dinámica y evolutiva, que tenga en cuenta “el buen uso del suelo, la maximización de los servicios ecosistémicos, la gestión eficiente y sostenible de recursos como la energía, el transporte, los residuos, una oferta de bienes públicos para el bienestar, que genere innovación y conectividad, con el fin avanzar en la reducción, mitigación y adaptabilidad al cambio climático”, añadió.
Para el docente, con este propósito la tecnología puede emerger en el ambiente de la ciudad para ayudar a mapear, a tener información, datos y sobre estos poder buscar soluciones. Sin embargo, debe ir más allá, y hacer que la gente y el mismo ambiente se integren y no queden al margen.
“Nuestra visión es bottom up, es decir, de abajo hacia arriba, desde las personas hacia los gobiernos, para que estos últimos puedan tomar decisiones con información pertinente. No nos concentramos en la sensórica, en los actuadores, sino en una visión más amplia: una ciudad sensible a la cohesión social, a la movilidad, a la energía, con unos ejes transversales, como el agua y la ecología urbana”, señala Quijano.
Para esto, de acuerdo con el profesor, es necesario que las universidades le apuesten a desarrollar laboratorios vivos que experimente con este tipo de propuestas, en las que se puedan integran diferentes soluciones, “claro, apalancadas de la tecnología, pero que buscan como gran objetivo mejorar la calidad de vida de las personas. No es tener tecnología por tenerla, es usarla para tomar decisiones que logren un impacto”, concluyó.
El territorio como actor principal
Desde la ecología urbana, comenta la arquitecta Juana Mariño, se plantea entender las ciudades como un tipo de paisaje particular en el cual “se deben redefinir y reconstruir las relaciones con la naturaleza”.
“Puede que la tecnología entre a jugar un papel importante, pero no se trata de buscar simplemente la solución tecnológica a los problemas de la ciudad. Lo inteligente se encuentra en cómo hacer que la naturaleza sea una aliada para resolver dificultades, alcanzar objetivos, generar mejores condiciones de vida y hacer que la ciudad sea más sostenible, resiliente y amable”.
En ese sentido, la propuesta es, de acuerdo con Mariño, “volver a la esencia de entendernos como una especie más, dejar a un lado la mirada de la naturaleza como un recurso para el beneficio humano, y hablar de biodiversidad y servicios ecosistémicos”.
De esta manera, la ciudad pasa a ser concebida como un “paisaje emergente”, sensible al ecosistema en el que está inmersa, y que entiende que se debe “incorporar la naturaleza en todas sus dimensiones para calificarla y cualificarla”.
Se avanza así en una comprensión más cercana y práctica de la función socio-ecológica del territorio que genera beneficios en todos los niveles, porque “en la medida en la que cualquier ciudad genera mejores indicadores de ecología urbana es un mejor lugar para vivir y se valoriza social, económica y ambientalmente. El concepto es avanzado e incorpora de alguna manera todo lo asociado a sostenibilidad, resiliencia y adaptabilidad”, añadió.
Entendimiento integral de la condición urbana
Para avanzar en el camino de construir ciudades sensibles a la sostenibilidad lo más importante, explica Clemencia Escallón, es entender el territorio y sus dinámicas, con un enfoque integrado.
Para ello, el sistema de indicadores sectoriales y la caja de herramientas fruto de la investigación liderada por la Universidad de los Andes, permiten determinar las etapas en el camino a la sostenibilidad en la que se encuentra la ciudad y además identificar las acciones o la ruta que se debe seguir para avanzar y mejorar.
“Se trata de entender la condición de cada territorio urbano sin generalizar ni dar soluciones estándar. Podemos ver las acciones de mejora, saber dónde está la ciudad y qué sería lo factible de hacer, de acuerdo a su territorio y sus particularidades, para alcanzar la sostenibilidad”.
En materia de infraestructura urbana, lo más importante es generar viviendas seguras, saludables, que brinden confort, en vecindarios con una oferta de servicios y equipamientos pertinentes y oportunos, para llegar a ciudades con entornos construidos sostenibles, bien gestionados.
“Hoy los edificios y las urbanizaciones nuevas tienen buenas condiciones técnicas de construcción: tienen servicios, vías y andenes, pero la gestión de los proyectos está fraccionada. Hay que pensar en escenarios de actuación que generen oportunidades para los residentes de los nuevos proyectos urbanos en los cuales el crecimiento se dé de una manera equilibrada, con vivienda, servicios y equipamientos de forma simultánea, o en secuencias de tiempo pertinentes, propiciando mejores entornos urbanos para todos sus habitantes”, comenta la profesora Escallón.
Hacia una movilidad sostenible
Es evidente que el transporte o la movilidad tradicional, relacionada con vehículos que usan combustibles fósiles, es uno de los mayores contaminantes en las ciudades de Colombia y del mundo, por eso, transformar la forma en la que las personas se desplazan en los entornos urbanos es fundamental para reducir los gases de efecto invernadero y poder apostarle a una mayor sostenibilidad.
El camino señalado, indica el experto Ricardo Smith, es cambiar los hábitos de transporte hacia una movilidad activa, a través del estímulo del uso de la bicicleta, con la ampliación de la oferta de ciclorrutas, y caminar por senderos peatonales seguros, que, además de actividades saludables, no contribuyen a la emisión de contaminantes.
Otras medidas que se deben tener en cuenta, en búsqueda de una ciudad sostenible, son priorizar el uso de transporte público colectivo no contaminante, conformado por flotas de buses eléctricos, y declarar algunos espacios urbanos como zonas de cero emisiones.
“Hay muchas medidas que pueden ayudar a hacer una ciudad sensible a la sostenibilidad o ponerla en el camino de serlo, y esto está directamente relacionado con las TIC. Todo lo referente a la gestión de la movilidad requiere la utilización de tecnologías para que las ciudades tengan sistemas de transporte integrados y multimodales, generar información al usuario, sistemas de recaudo unificado con medios de pago digital, y programación y control de flota, entre otros”, comenta el experto.
Una universidad sensible a la sostenibilidadAdemás de la gestión de conocimiento para hacer que las ciudades recorran el camino hacia la sostenibilidad, el llamado de los docentes es que la universidad asuma el compromiso de tomar acción y hacer práctica la investigación.
Por un lado, señala el profesor Quijano, “se necesita seguir trabajando en la formación de alto nivel de profesionales que entiendan estas problemáticas y que hagan parte de instituciones públicas y la industria, con el fin de que se conviertan en interlocutores pares y una masa crítica de lo que sucede en la realidad de las ciudades colombianas”.
“Hay mucho por explorar y se necesita que la academia genere más doctores en estos temas y haya mayor apoyo a las investigaciones. Se debe hacer un trabajo intersectorial, con más interacción entre disciplinas y considerar los problemas con mayor transversalidad”, explica el profesor.
Además, señala la profesora Escallón, la acción de la academia debe ir más allá de decir cómo hacer las cosas y hacer un llamado a otros actores para sensibilizarlos y experimentar en procesos reales estas claves para la sostenibilidad urbana.
“Tenemos que comprometernos con un escenario más activo. Hay seis sectores: agua, movilidad, ecosistemas, residuos sólidos, energía e infraestructura, y la universidad debe dar pasos para avanzar en cada uno”.
Para finalizar, una alternativa que propone la arquitecta Juana Mariño es que la universidad reconozca el potencial que tiene para convertirse en un gran laboratorio, se torne en una especie de campus sensible a la sostenibilidad, y que sea la primera en realizarlo en su entorno. De esta forma no solo muestra la aplicación práctica del conocimiento que genera, sino que se convierte en un ejemplo para que los tomadores de decisiones actúen en pro de avanzar en la consolidación de ciudades sostenibles.